Hace unas semanas juramentó en el Palacio de Gobierno de Lima el equipo ministerial del jefe de Estado, Francisco Sagasti Hochhausler, presidido por Violeta Bermúdez Valdivia. Al respeto, creo oportuno describir y comentar las formalidades de este trascendente acaecimiento.
El titular del Poder Ejecutivo lució la Banda Presidencial en aplicación del artículo 8 del Ceremonial del Estado y Ceremonial Regional (D.S. 096-2005-RE) -cuya finalidad es determinar las acciones que enmarcan estos acontecimientos- que precisa: “La Banda Presidencial constituye la insignia del mando supremo, que se impone al Presidente de la República por ser quien constitucionalmente personifica a la Nación”.
Su empleo está reservado para las solemnidades señaladas en este dispositivo legal: renovación del juramento de fidelidad a la bandera; aniversario de la independencia nacional; festividad de la Patrona de las Armas del Perú y Día de las Fuerzas Armadas; transmisión del mando supremo; los sucesos considerados en los manuales de las Fuerzas Armadas; juramentación del gabinete ministerial. En observancia del artículo 12 del D.S. 096-2005-RE el Fajín Ministerial se usará en la juramentación de los ministros.
La Directiva 006-2017-DP/SSG “Procedimiento para la Juramentación de Ministros de Estado”, aprobada por la Subsecretaria General de la Presidencia de la República, establece los pasos a seguir con el propósito de “mejorar la organización y gestión de las actividades protocolarias, a través de la estandarización de criterios y actividades para realizar la ceremonia de juramentación de los Ministros de Estado”. Ésta define los roles de la Secretaría del Consejo de Ministros, la Secretaría de Comunicación Estratégica y Prensa, la Oficina de Protocolo y la Casa Militar, a fin de garantizar su óptimo desarrollo.
Por su parte, la Oficina de Protocolo coordina con los próximos ministros la utilización de la biblia, el crucifijo y el fajín; conducirá el acondicionamiento del Salón Dorado o el lugar en donde se realice (en ocasiones se ha celebrado en el Gran Comedor o en el Patio de Honor); elabora el listado de concurrentes y gestiona la entrega de las invitaciones impresas y por email; confirma la asistencia y, además, controla el ingreso y recepción de los invitados.
El acto se inicia con la lectura de la resolución suprema del ministro saliente -a cargo del maestro de ceremonia designado por la Oficina de Protocolo- y de la resolución suprema de nombramiento del entrante ministro por el Viceministro Secretario General del Ministerio de Relaciones Exteriores, en razón de ocupar el puesto más antiguo de la administración estatal.
El primero en juramentar es el presidente del Consejo de Ministros y, posteriormente, según la antigüedad del portafolio al que representan. El D.S. 100-2005-RE regula lo expuesto al aseverar: “Las precedencias protocolares establecen un orden de antelación práctico, con el objetivo de permitir la adecuada organización y conducción de los actos y ceremonias públicas que conciernen al Ceremonial del Estado, aplicando, además, criterios de racionalidad, representatividad y funcionalidad”.
La fórmula para el juramento es la siguiente: “Juráis por Dios y estos Santos Evangelios desempeñar leal y fielmente el cargo de Ministro de Estado en el Despacho de …………… que os confío? Si Juro. Si así lo hiciereis que Dios os premie y si no, El y la Patria os lo demanden”. No obstante, contempla la posibilidad que algunos ciudadanos profesen otras creencias. En ese caso el artículo 10 advierte: “El texto del juramento se adecuará en lo pertinente a la opción religiosa de las personas”.
Seguidamente los ministros forman un sistema de ordenación lineal para el saludo de las autoridades políticas, militares y policiales y de los concurrentes especiales y de sus familiares. Cumplido éste los altos funcionarios de los poderes públicos serán acompañados a la salida por el personal de la Oficina de Protocolo. Con frecuencia el presidente invita a los exministros a recibir el aplauso de los asistentes. Ciertos inquilinos de la Casa de Pizarro han ofrecido una breve alocución, considerando el momento político. Aunque no está contemplado en las disposiciones vigentes.
Por último, se toma la fotografía de estilo con el primer mandatario. En tiempos recientes se realiza en la Sala Bolognesi, en las escaleras del Gran Hall o del Patio de Honor. Quiero advertir que innumerables gabinetes no fueron situados en concordancia con la precedencia instituida en la norma explicada. Los archivos fotográficos acreditan esta reiterada y desatinada equivocación que pone al descubierto el negligente manejo del protocolo. Una omisión que, al parecer, ha comenzado a corregirse procediendo a colocarlos de acuerdo a la fecha de creación de su cartera.
Es
necesario conocer con amplitud los pormenores de un importante evento oficial, instaurado
en nuestra jurisprudencia, que debe efectuarse siempre dentro del estricto acatamiento
del ceremonial. Éste contribuye a realzar cada acto gubernamental: el respeto a
los símbolos, los procesos, las jerarquías y las regulaciones inherentes al
protocolo otorgan ineludible prestancia. Evitemos subestimar su actualidad e
imprescindible diligencia.
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