domingo, 21 de agosto de 2016

Importancia del protocolo en los eventos

La adecuada aplicación del protocolo posibilita asegurar el éxito de los eventos sociales, empresariales y oficiales. Por lo tanto, es preciso percatarse de su administración con minuciosidad a fin de enaltecer cualquier actividad. Muchas veces lo aparentemente insignificante suele obviarse por desconocer su trascendencia.

El experto español José Antonio Urbina, dice: “Protocolo es aquella disciplina que con el realismo, técnica y arte determina las estructuras o formas bajo las cuales se realiza una actividad humana importante. Es todo, porque realmente es el arte y la técnica de la creación de las formas en las que se realiza la acción del estado”. A continuación mis alcances, aportes y sugerencias.

Para empezar, la invitación es la “carta de presentación” del acontecimiento. La calidad, el material, la redacción y la oportunidad con la que llega al destinatario, anticipa cómo será el certamen. Escriba un texto escueto, original, sencillo, evite imitar o copiar uno existente y sométalo (opcionalmente) a la evaluación de un corrector.

Emplee las palabras “brindis” o “coctel” en función de lo que vaya a ofrecer. El primero implica no más de 30 minutos aproximadamente, mientras lo segundo es más extenso y se ofrece mayor variedad de licores y bocaditos. Es conveniente poner el término exacto. El vocablo “recepción” sólo es destinada para actividades oficiales.

Los estandartes deben exhibirse sin revestimiento plástico y, además, en la ubicación correcta: el símbolo patrio a la derecha y el gremial a la izquierda del escenario. Si coloca los emblemas de pie, no es apropiado el de mesa y viceversa. No recargue la mesa de honor con demasiados elementos, ni confunda el escenario con el stand de una feria.

El acto conviene que se desarrolle en el tiempo dispuesto: sea escrupuloso e inhíbase de hacer esperar a los invitados como es frecuente en “perulandia”. Evada alterar la secuencia establecida para hacer intervenir a personalidades que no están consignados en la programación. En circunstancias formales la improvisación está fuera de lugar.

Algunas reflexiones sobre el flamante maestro de ceremonias. En nuestro medio concurren un abanico innumerable de moderadores con palpable desconocimiento de las mínimas disposiciones protocolares, a pesar de su dilatada experiencia e incluso siendo personas públicas convocadas con asiduidad para estos menesteres. Por ejemplo, acostumbran pedir “un voto de aplauso”, “saludamos con un fuerte aplauso”, etc. olvidando que las palmas no se solicitan; surgen espontáneamente. Escucho con reincidencia aseverar: “A continuación las sagradas notas del himno nacional del Perú. De pie por favor”. Bastaría: “Himno nacional del Perú”, es obvio que se entona de pie.

Jamás debe asumir un rol adulón o intentar convertirse en la “estrella” del certamen. Su criolla e improvisada formación, reflejada en reiteradas deficiencias, pueden generar la percepción que tan empañado desempeño es habitual. Debe dominar el uso de tratamientos honoríficos, precedencias y conceptos básicos de ceremonial. No exagero al subrayar la mediocridad de moderados incapaces de diferenciar un evento institucional con una fiesta infantil. La sobriedad en su atuendo y desenvolvimiento define el estilo.

Otro asunto importante está referido a los discursos. Aconsejo practicar y así prevenir intervenciones deslucidas. En ocasiones observo expositores carentes de elementos intelectuales y entrenamiento, lo que concluye perjudicando su imagen. La óptima participación de los oradores realza el acontecimiento. Al empezar rehúya decir: “Buenas noches con todos” (sólo: “Buenas noches”) y mencionar a todas las autoridades presentes. Sea atinado!

En tal sentido, reafirmo lo dicho en mi artículo “¿Sabe hablar en público?”: “Recuerde que la firmeza y naturalidad de su apariencia transmite certidumbre. Evite ‘jugar’ con objetos mientras habla; no se apoye demasiado en el podio, ni lo emplee como ‘escudo’ psicológico; mire a sus oyentes, la mirada nunca se rehúye, puede expresar duda o falta de transparencia; pronuncie adecuadamente y gradúe su volumen de voz en función del lugar; haga uso pertinente de las ayudas audiovisuales; establezca una relación empática con su público; use frases célebres, reflexiones y pensamientos al empezar o cerrar; tenga en cuenta las características intelectuales, profesionales, de edad, sexo y otras de la concurrencia; considere la hora, el clima y la comodidad de los asistentes para programar la extensión de su discurso. En fin, hay cuantiosos detalles que deben contemplarse al planificar una exposición con el propósito de satisfacer las expectativas del oyente”.

Un detalle agradable son las flores. Decorar el ambiente con arreglos florales dará mayor esplendor. El invitado las puede enviar con una tarjeta de felicitación, excusa o agradecimiento. Es una deferencia que expresa afecto, cordialidad y enriquece la relación humana y corporativa.

El anfitrión lucirá una vestimenta concordante con el acontecimiento. Recuerdo la singular convocatoria de una entidad educativa para una cena por el Día del Maestro en la que el dueño acudió con esmoquin. Sin embargo, la esquela decía el trillado “sport elegante”. Para colmo -bien dice la expresión: “en la casa del herrero, cuchara de palo”- no había cena, sino coctel. Una más para el largo anecdotario de incoherencias.

Me permito proponer al anfitrión ubicarse cercano a la entrada para dar la bienvenida a los asistentes. En un acto solemne puede constituirse una línea de saludo con su cónyuge y demás funcionarios de la empresa o integrantes de la familia. Según sea el caso.

En un banquete es adecuado alternar a las señoras y los señores. Nunca siente juntos dos damas, dos caballeros, una pareja de esposos, dos personas enemistadas y dos prójimos que no hablan el mismo idioma. Fomente la confraternidad reuniendo a sus comensales en diferentes mesas y evite conformar sectas amicales o familiares, como sucede en “perulandia”. Instalar un pequeño letrero con el nombre en su sitio facilitará este proceso de integración. Aunque existen seres humanos de precarios modales y huérfanas aptitudes de sociabilización que intentarán cambiar el orden establecido.

Todo ello, me trae a la memoria incontables colegas que deben coincidir, en los tradicionales desayunos navideños, con su califato para compartir limitadas charlas domésticas. De lo contrario, están más perdidos que ateo en concilio de obispos y ostentan la inelegancia de guardar lugar -al apostar sus carteras en los asientos vecinos- para su cofradía con la que, únicamente, pueden desenvolverse. Qué curioso: algunos dictan asignaturas de etiqueta social, desarrollo de la personalidad, motivación y liderazgo y afines. La pobreza emocional, cultural e interpersonal en su máxima y elocuente aserción.

Insisto en lo aseverado en mi artículo “Chuncholandia: ¿Un nuevo síndrome?”: “Esa pegajosa práctica de forjar, de manera excluyente, conexiones interpersonales en función de ciertas ‘logias’ restringe nuestro proceso de evolución. Precisamente cuando salimos del ‘área de confort’ y, por lo tanto, empezamos a entablar saludables relaciones con sujetos de distintas extracciones y actividades, ampliamos nuestra percepción de la diversidad humana. En consecuencia, fortalecemos nuestra autoestima y empatía al valorar, entender e interactuar con el prójimo”.

Por último, algunos tips de utilidad para los invitados: si la convocatoria es personal, no acuda acompañado; llegue puntual, así demostrará educación y excelente organización; agradezca la invitación por email o vía telefónica en los días posteriores; discúlpese con antelación si está imposibilitado de concurrir; no insinúe ser presentado a todos los concurrentes; eluda hacer comentarios en relación a la hora de servir la comida o los licores; las mujeres no acomoden sus bolsos en las sillas colindantes para “reservar sitio”; obvie distribuir sus tarjetas personales como volante; evite exhibir, jugar y mirar a cada instante su teléfono celular.

Los eventos constituyen una magnífica oportunidad para consolidar vínculos y contribuyen a extender las habilidades sociales. Son un medio beneficioso conducente a superar la entristecedora lacra autodenominada “chuncholandia” y, especialmente, amplía nuestra mirada acerca al contexto social. Recuerde: el protocolo ayudará a darle ese toque de prestancia requerido.

¿Los lapsus del presidente PPK?

Esta semana ha sido titular en los medios de comunicación el singular estilo del presidente de la república. Se han producido una escalada de reproches acerca de sus bailes y de la colocación de su pañuelo, a fin de taparse de los rayos solares, en el desfile patrio y, además, se suma la demostración de gimnasia en Palacio de Gobierno.

Desde su juramentación definió un proceder auténtico: se muestra a la ciudadanía como es él. Es un mandatario con una ascendencia académica e intelectual prestigiosa y con notables cualidades -como su sensibilidad hacia la cultura y su habilidad de negociador, serenidad y afán conciliador- que lo diferencian del resto de jefes de estado de los últimos tiempos. Prescinde de la agresiva confrontación a la que estamos aclimatados en el quehacer político nacional.

En mi reciente artículo “El vistoso protocolo Kuczynski” comenté que el protocolo evade convertirse en un “corsé” orientado a desdibujar la imagen real del personaje en su interacción con la ciudadanía. Por lo tanto, creo exageradas las ligeras aseveraciones sobre la falta de respeto de estas espontáneas manifestaciones públicas del inquilino de la Casa de Pizarro.

En las celebraciones oficiales pudimos apreciar originales detalles expresivos de su educación, pertinencia y solvente desenvolvimiento. Es un estadista con criterio para adecuarse a cada escenario según las circunstancias. Por ejemplo, saludó con particular deferencia a la titular del Congreso de la República y a la presidenta de Chile. Guardó correcta compostura ante el griterío destemplado -al iniciar y concluir la sesión solemne de investidura- proveniente de las galerías del hemiciclo: curiosa muestra de carencia de convivencia democrática y observancia a la máxima autoridad de nación. Los integrantes de la agrupación opositora que, al parecer regatean resignarse al revés electoral, debieran seguir unas lecciones básicas de comportamiento y ceremonial con la finalidad de soslayar acentuar la deteriorada imagen congresal.

Los críticos a la práctica gimnástica desplegada antes de su primera sesión del Consejo de Ministros, omiten la importancia de fomentar el ejercicio físico como saludable práctica de vida. En tal sentido, coincido con lo dicho por el congresista Pedro Olaechea: “Cuando la cultura está alejada del ejercicio del poder, uno se vuelve monodimensional. La música y el deporte lo que generan es mucho más poder de concentración” y la periodistas Rosa María Palacios: “Las imágenes del ejercicio han dado la vuelto al mundo y se está hablando de ejercicio en un país en cuyas zonas urbanas es urgente moverse. ¿Y a los congresistas les molesta que las marcas de la ropa sean Nike? ¿Esto es serio? ¿Es coherente? No lo es. Es un mamarracho de discusión”.

Somos uno de los países de la región con el mayor índice de colesterol infantil y sobrepeso. Entendibles razones médicas recomiendan estas destrezas a fin de prevenir enfermedades y combatir el estrés. No encuentro inconveniente en promover, acompañado de los más altos funcionarios, hábitos matinales como los exhibidos en días recientes.

Tradicionalmente el patio de honor ha sido empleado para un sinfín de actividades. No existe una disposición que establezca las específicas finalidades en las que puede usarse este ambiente. Durante las últimas administraciones se realizaron bailes de año nuevo, teletones y hasta casi se convirtió en un salsodromo. Tengamos presente los fastuosos homenajes a Arturo “zambo” Cavero, los flamantes tributos del regimiento “Húsares de Junín” y la imposición póstuma de la máxima condecoración peruana. También, se han desarrollado juramentaciones, festivales gastronómicos, ferias artesanales, eventos artísticos, culturales y regionales y, por supuesto, ostentaciones exageradas de patriotismo. Incluyendo el despliegue de tanques cuando se produjo el autogolpe de estado. Nunca nadie dijo nada!

De otra parte, sorprende la ausencia de comentarios en igual intensidad sobre las dos novedosas disposiciones del presidente Pedro Pablo Kuczynski: dar a conocer los “siete mandamientos” de los encargos de las carteras ministeriales y prescindir de su teléfono celular en la reunión del Consejo de Ministros. Actitudes que acentúan una forma distinta de conducción.

Los mandamientos son: debes ser absolutamente incorruptible; no te infles, se modesto; recibe a la gente; conoce tu Perú y viaja por las regiones del Perú; ocúpate de tu ministerio, no de los otros; en caso de dudas chequea con PCM o con el “presi”; toma las cosas con calma, sonríe y reza. Estos lineamientos enmarcarán el trabajo de los hombres y mujeres de confianza de quien encabeza el Poder Ejecutivo. Es un modo positivo de empezar una gestión e intentar recobrar la confianza, el respeto y la credibilidad perdida por la clase política.

Estos acertados preceptos debieran ser imitados por otras instancias del enmarañado sistema burocrático con el propósito de acercar a la población al oficinista estatal caracterizado por su proceder frívolo, titubeante, pusilánime y parapléjico. Es preciso elaborar un perfil de “empleado público” con genuina vocación de servicio, voluntad para superar la compleja tramitología, espíritu sensible, humano y capaz de contribuir a la real resolución de las justas demandas sociales.

La postura inusual de dejar su teléfono móvil es una consideración casi irreal en nuestra sociedad. En consecuencia, me permito recalcar lo expresado en mi nota “El celular: ¿El cáncer del siglo XXI”: “…Cuando se encuentre en una reunión de trabajo, almuerzo, ceremonias religiosas, funerales, situaciones especiales, etc., apáguelo; si espera un timbrazo urgente sitúelo en vibrador y retírese para contestar; tampoco hable en voz alta y ponga un volumen discreto, nadie debe escuchar su plática; mantenga sus llamadas cortas si está acompañado o en lugares rodeado de personas que estarán obligadas a enterarse de su conversación. Por último, recurra siempre a la prudencia y el senticdo común para definir su adecuada práctica”.

En el trajín político los gestos comunican valores, intenciones, mensajes y voluntades. El líder de Peruanos por el Kambio ha transmitido señales de esperanza e ilusión. Rehuyamos incurrir en el simplismo criollo de la calificación negativa, apática y perniciosa cuando apenas han pasado unas semanas de su ascenso al gobierno en el que debemos depositar nuestros mejores anhelos. Sugiero serenidad a los observadores, ecuanimidad a los adversarios, discernimiento a los derrotados en las urnas, reflexión a los escépticos y entusiasmo cívico al pueblo peruano.

El vistoso protocolo Kuczynski

El 28 de julio, Pedro Pablo Kuczynski Godard juramentó como jefe de estado para el período 2016 – 2021. El nuevo inquilino de Palacio de Gobierno es un personaje -proveniente de un médico alemán y una maestra franco-suiza- con estudios en filosofía, economía, composición y con exitosa experiencia laboral.

Después de muchos años contamos con un mandatario con cualidades de estadista, sensibilidad hacia la cultura y caracterizado por su habilidad de negociador, semblante sereno y afán conciliador. Es un compatriota de probado prestigio internacional e íntegras credenciales académicas, profesionales y personales. Tiene mundo y, además, una visión realista del Perú.

En tal sentido, era de esperarse gestos destinados a marcar la diferencia. En las celebraciones oficiales hemos podido apreciar interesantes y llamativos detalles inherentes a su original personalidad. Todo parece presumir que establecerá una relación fluida y cálida con el pueblo. Deseo enfatizar, principalmente, lo acontecido en la sede del Poder Legislativo.

Para comenzar, los infaltables asambleístas se aproximaron a saludar a los jefes de gobiernos extranjeros y al rey emérito Juan Carlos I de España y aprovecharon para tomarse fotografías. Debemos declinar acostumbrarnos, como sucede en “perulandia”, a los desatinos protagonizados por nuestros representantes. Están urgidos de criterio, sensatez y cordura.

Enterneció que alguien habituado a evitar exteriorizar sus emociones, se haya conmovido mientras leía el texto de juramento a su alto cargo. También, entiendo como un gesto de indiscutible reconocimiento a Fernando Belaúnde Terry, dos veces presidente constitucional, evocar su recuerdo y legado. Nuestro mandatario ha integrado sus dos regímenes y, probablemente, su genuina honestidad, transparencia y decencia marquen su destino como gobernante.

Más allá de errores y omisiones al mencionar a las autoridades invitadas, de acuerdo al ceremonial, y a las reiteradas e innecesarias pausas al leer su discurso -que motivaron desmedidas interrupciones de aplausos- su exposición fue concordante con su austeridad en el verbo y carencia de locuacidad. Por cierto, ello no implica un detrimento intelectual. Demostró consistencia y una secuencia lógica de ideas y propuestas.

Su mensaje estuvo colmado de esperanza, sencillez y de la presentación general de su percepción del país, así como de los objetivos que anhela alcanzar coincidiendo con el bicentenario de nuestra independencia. Sus vocablos iniciales: “…Si a la paz, si a la unión, no al enfrentamiento, no a la división”, aludieron a la obligación de tender puentes de acercamiento con la oposición.

Seguramente, impulsado por el entusiasmo cometió la torpeza de dirigirse a su futuro titular de Economía y Finanzas y, en referencia a la reducción del Impuesto General a las Ventas, decir: “…Le pido al ministro de Economía designado que se levante y se trague ese uno por ciento del IGV que vamos a bajar”. Al parecer, olvidó que estaba en un acto de elevada solemnidad en el que el uso del lenguaje debe ser el más atinado. Eso me trajo a la memoria el término “chorreo”, acuñado por Alejandro Toledo Manrique en una disertación en el parlamento o cuando Alberto Fujimori Fujimori -quien maltrató y ofendió la dignidad presidencial al huir del Perú y renunciar por fax desde el Japón- al concluir la frase: “Así hemos derrotado a la hiperinflación”, arrogó cuantiosos billetes en el recinto congresal.

Existe un largo historial de desatinadas alusiones en los discursos inaugurales de toma de posesión. Por ejemplo, el 28 de julio de 2011, Ollanta Humala Tasso dijo: “…Quiero agradecer a mi familia, a mi madre Elena, a mi padre Isaac, muchas gracias por haberme formado. A mi esposa Nadine, a mis hijas aquí presente y a mi hijo Samín, que se encuentra allí descansando, que ojalá no lo hayamos despertado, sino se va a poner a llorar”. Ahora PPK en un momento aseveró: “…Sueño, para mis hijos, para mi esposa, que cumplió ayer 20 años de aniversario de matrimonio un saludo, sueño para todos nuestros hijos esta nación moderna de mil valles dentro de un sólo país”. Sería conveniente que las referencias familiares guarden coherencia con el contexto.

Su recorrido a la Casa de Pizarro se caracterizó por una actitud jovial y espontánea. Aunque en algunos pormenores el líder de Peruanos por el Kambio debe recibir la orientación de la Dirección General de Protocolo y Ceremonial del Estado. El protocolo no debiera entenderse como una “camisa de fuerza” encaminada a distanciar al gobernante de la población. Es una disciplina predestinada a estipular las formas bajo las que se realiza una actividad humana importante. Son patrones para desarrollar un evento específico y se diferencian de las normas jurídicas porque su mal uso no significa el incumplimiento de un deber sancionable.

Al juramentar a sus ministros se percibió la ausencia de exhibicionismo en su esposa Nancy Ann Lange -quien lució sobria y elegante en todas las actividades- a diferencia de la anterior primera dama, que solía alterar la línea de precedencia instituida al situarse como aparente integrante del equipo ministerial. Su cónyuge mostró similar pertinencia en el desfile patrio al encabezar una tribuna diferente acompañada de los parientes de los altos funcionarios e invitados. De esta manera, retornamos a la correcta aplicación de las formalidades en la que cada uno ocupa su respectivo espacio. Vale decir, estamos presenciando la “desbeatificación” del risible lema “pareja presidencial”.

Otra circunstancia conmovedora se produjo en la juramentación al responsable de la cartera de Trabajo y Promoción del Empleo. Rememoró al emblemático Alfonso Grados Bertorini, con quien integró el primer gabinete de la segunda administración del fundador de Acción Popular con estas palabras: “Ciudadano Alfonso Grados Carraro, hijo del ministro de Trabajo con el cual juré en este mismo sitio hace 36 años…”.

Un detalle afable y original fue animarse a interpretar con una flauta “El cóndor pasa”, con la Orquesta Sinfónica Juvenil del colegio “Virgen del Rosario” de Manchay y, una vez más, revelar su elevada sensibilidad musical. Así como simular danzar un huayno en la parada militar y al finalizar coger de la mano a su consorte para caminar recibiendo la aclamación de los concurrentes. Esta simpática muestra de regocijo y unión conyugal contrastó con el inmutable aspecto distante, adusto y hasta poco estético -como el proceder reprochable, intolerante y ramplón de su bancada en el hemiciclo al iniciar y concluir la sesión de investidura- de la presidenta del Congreso de la República, Luz Salgado Rubianes.

Como acotación final, recomiendo a los congresistas, ministros, dirigentes partidarios y allegados al primer mandatario abstenerse en sus intervenciones públicas de referirse nombrando PPK o Pedro Pablo. Incluso hemos oído a los dos vicepresidentes, a lo largo de estas semanas, expresarse así en los medios de comunicación. Se deben utilizar los tratamientos honoríficos establecidos para la máxima autoridad de la nación.

De otro lado, los periodistas parecen olvidar con quien están alternando. En estas festividades innumerables reporteros se dirigieron diciéndole: “Pedro Pablo un bailecito”. Sería aconsejable ofrecerles unos tips elementales de las prácticas y costumbres protocolares. Escuché a un locutor mencionar en televisión: “….Aquí viene el señor presidente de la república con el fajín presidencial”. Por lo visto, confundió la “banda presidencial”, con el “fajín ministerial” empleado por los encargados de los portafolios ministeriales.

En este instante decisivo en la vida de todos los peruanos me sumo con entusiasmo, júbilo y expectativa a sus nobles y legítimos empeños: “Un pueblo educado no se equivoca. Un país de ciudadanos defiende sus libertades, tiene oportunidades, respeta al otro y busca la paz”…“Tenemos que comprometernos con la patria y con el sueño de sus fundadores. Una sola república, firme y feliz por la unión”.