Hace unas semanas, concluida la grave crisis política peruana, asumió la jefatura de Estado el titular del Congreso de la República. La ceremonia será recordada debido la emotiva y reflexiva alocución del presidente Francisco Sagasti Hochhausler y, especialmente, por evocar el poema “Considerando el frío, imparcialmente” del afamado poeta César Vallejo.
A lo largo de las últimas décadas han sido innumerables los memorables discursos, de diversos mandatarios, leídos en el Palacio Legislativo. Seguidamente comparto algunas intervenciones que suscitaron reconocimiento y adhesión. También, aquellas que están inmortalizadas por sus desaciertos. En estos imponentes actos de significación patriótica deben prevalecer las formas; en consecuencia, es conveniente una alocución en armonía con el ceremonial.
El 28 de julio de 1978 se instaló la Asamblea Constituyente, convocada por la saliente dictadura militar encabezada por Francisco Morales Bermúdez, cuya presidencia recayó en uno de los estadistas de mayor dimensión en la escena latinoamericana del siglo XX y fundador del Partido Aprista Peruano, Víctor Raúl Haya de la Torre (1978 – 1979). Este sería el único cargo de elección popular que ocupó en su dilatada trayectoria.
Aquella tarde se escuchó la indudable e imponente inspiración cívica y pedagógica de sus palabras, coherente con el intenso momento que vivía el país. Al finalizar sentenció con espíritu reconciliador: “…Mi homenaje a todos los caídos y a todos los héroes, a todos los partidos, cuyos hombres se confunden en los fastos comunes del pueblo. Nos toca justificar el sacrificio y la esperanza de los luchadores sociales y políticos que, con sinceridad y entrega, quisieron que el Perú se reedificara sobre bases de justicia y libertad, como aquellas que debemos afirmar en la Constitución que nos está encomendada”.
Al volver la democracia, el 28 de julio de 1980, el pueblo observó la lúcida, pausada y fina retórica de Fernando Belaunde Terry (1980 – 1985) a su retorno a Palacio de Gobierno luego del arrollador triunfo en las urnas. El líder de Acción Popular inició sus palabras fijando la mirada en los lienzos de José de San Martín y Simón Bolívar y dijo: “…Benemérito don José de San Martín, benemérito don Simón Bolívar: desde este momento quedan restablecidos el régimen constitucional, los derechos humanos y la libertad de prensa por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”. La concurrencia estalló en aplausos ante tan magnánimo gesto.
Alberto Fujimori Fujimori (1990 - 2000) en su informe anual a la representación nacional pretendió impactar al decir “así hemos derrotado a la hiperinflación” e inmediatamente arrogó al hemiciclo cuantiosos billetes en una imitación de la escena de una de las óperas del célebre dramaturgo Luigi Pirandello. Este exceso contradice la cabal obediencia al protocolo que siempre lo identificó; así lo acredita la opinión de uno de mis profesores de la Academia Diplomática del Perú y ex director general de Protocolo y Ceremonial del Estado del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Años más tarde, Alejandro Toledo Manrique (2001 – 2006) empleó el inelegante término “chorreo”, en su discurso por las Fiestas Patrias, en su afán de intentar explicar el crecimiento económico. Un vocablo inadecuado, aunque habitual en un gobernante descrito por sus escasos modales, limitaciones en su proceso de comunicación y reacciones intolerantes. Imprimió con su acostumbrada impuntualidad la denominada “hora Cabana”, en alusión al distrito de su nacimiento (Pallasca, Ancash).
El 28 de julio de 2011 Ollanta Humala Tasso (2011 – 2016) dijo: “…Quiero agradecer a mi familia, a mi madre Elena, a mi padre Isaac, muchas gracias por haberme formado. A mi esposa Nadine, a mis hijas aquí presente y a mi hijo Samín, que se encuentra allí descansando, que ojalá no lo hayamos despertado, sino se va a poner a llorar”. En la toma de posesión presidencial deben soslayarse inoportunas ironías coloquiales.
Por su parte, el 28 de julio de 2016 el recién juramentado Pedro Pablo Kuczynski Godard (2016 – 2018) cometió el desatino de dirigirse a su futuro titular de Economía y Finanzas y, en referencia a la reducción del Impuesto General a las Ventas, afirmó: “…Le pido al ministro de Economía designado que se levante y se trague ese uno por ciento del IGV que vamos a bajar”. Al parecer, olvidó usar el lenguaje apropiado para una circunstancia de elevada solemnidad.
Deseo destacar las exposiciones de dos titulares del Poder Ejecutivo elegidos para un breve período transitorio: Valentín Paniagua Corazao (2000 – 2001) y Francisco Sagasti Hochhausler (2020 – 2021). En sus mensajes de instalación transmitieron esperanza, ponderación, profundidad para describir la compleja realidad imperante y renovadas convicciones democráticas. Con amplias experiencias en las aulas universitarias, ambos se caracterizaron por su ánimo docente y personalidad juiciosa.
El primer mandatario debe acatar el ceremonial en sus presentaciones en la sede legislativa y asegurar que ostenten el realce inherente a su alta investidura. Al respecto, ratifico lo expuesto en mi artículo “El protocolo en los discursos”: “…Al pronunciar un discurso es pertinente tener conocimiento de protocolo, valorar sus implicancias y aplicación y, con especial énfasis, percatarnos de su minuciosa gestión a fin de exaltar nuestra presentación. De allí la necesidad de estar al tanto de las orientaciones encaminadas a garantizar impecables alocuciones que redunden en la favorable percepción de la audiencia”.
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