martes, 6 de octubre de 2015

La Feria del Libro de Lima Norte

Una buena nueva para los amantes de la lectura: la Cámara Peruana del Libro (CPL) ha organizado del 30 de setiembre al 13 de octubre la Feria del Libro de Lima Norte en el Centro Comercial Plaza Norte. En este atractivo certamen participan cincuenta casas editoras, entre nacionales e internacionales, así como librerías y empresas distribuidoras.

La CPL considera de vital importancia ampliar el número de exhibiciones para cumplir con su objetivo de promoción de la lectura. Por eso instala esta exposición en una zona de amplio crecimiento económico en la que viven alrededor de dos millones de habitantes y, no obstante, solo cuenta con cuatro librerías.

Se realizarán actividades artísticas, conferencias, presentaciones de textos, recitales poéticos, shows infantiles, conciertos y un ciclo de cine peruano. Los anfitriones esperan acoger a 100 mil personas y recibir a dos autores extranjeros invitados: la narradora chilena María Paz Rodríguez y el escritor argentino Luciano Lamberti. Entre los eventos planeados está la presentación del poemario “Cuaderno extranjero” de Enrique Sánchez Hernani y “Ultra violentos: Antología del cuento sádico en el Perú” de José Donayre.

Destacan el conversatorio alrededor de la obra "Chichapolitik" de Jacqueline Fowks, con comentarios de Carmen Ilizarbe; la mesa redonda “Chinkaqkuna: Los que se perdieron”, con Paola Ugaz y Rocío Silva-Santisteban, así como la disertación de Oswaldo Reynoso por los cincuenta años de su obra "En octubre no hay milagros". Son novedosas las publicaciones "¡Emprende carajo!", de Nano Guerra-García; "Autobiografía de un yogui", de José Luis Pérez-Albela; "¿Eres mi media naranja o mi medio limón?", de Tomás Angulo y "Confidencias de medianoche", de Blanca Ramírez.

Entre los espectáculos deseo mencionar los conciertos del cantautor Rafo Raéz, la violinista Pauchi Sasaki, el trovador Omar Camino, así como las narraciones orales de María Angélica Vega y María Laura Vélez. Habrá funciones de danzas regionales y demostraciones artísticas para niños a cargo de artistas vinculados a la literatura. El ciclo de películas peruanas incluye conversatorios con los directores y actores. Participará Daniel Rodríguez Risco, director de la cinta "El vientre", al lado de Mayella Lloclla; Rocío Lladó, directora de "La amante del libertador", junto a Irene Eyzaguirre.

En tal sentido, vienen a mi memoria las palabras del escritor Mario Vargas Llosa cuando lo entrevisté en 1984: “La buena literatura tiene que entretener. A través de la literatura se entra en contacto con una problemática humana, cultural y social. La literatura sensibiliza al hombre, lo alerta frente a determinados problemas, estimula su espíritu crítico frente a toda forma de injusticia. Creo que la literatura lo hace al hombre mucho más rebelde y anticonformista. Y espero que mis obras tengan estas características y contribuyan al espíritu crítico y rebelde del hombre”.

Una vez más, reitero el inmenso provecho de la lectura en la formación espiritual, moral e intelectual del ser humano; contribuye en la creación de una sociedad de hombres y mujeres rebeldes y agudos, y, por lo tanto, difícilmente manipulables. Es decir, posibilita al sujeto sentirse libre y disconforme.

Al mismo tiempo afianza la tolerancia, la empatía y las habilidades sociales y, además, del beneficio cognitivo, brinda nociones destinadas a ampliar el discernimiento, el análisis crítico y la reflexión. Es una suerte de amigo leal y un medio para escapar de las presiones y desgracias de la vida diaria y, especialmente, un estímulo terapéutico de enorme connotación. Los libros concluyen siendo los confidentes a los que recurrimos para intentar entender mejor nuestra compleja realidad social.

Sin embargo, es lamentable comprobar que estamos entre los países de la región con más bajo índice de comprensión lectora y escasa lectoría por habitante. Los hogares poseen cuantiosos equipos de última tecnología, pero apenas unos cuantos textos básicos y desactualizados que evidencian exorbitante desprecio hacia la cultura y ausencia de apego por descubrir conocimientos imprescindibles para evolucionar. Recuerde: la biblioteca de un hogar es el “espejo” de sus ambiciones pensantes.

Hagamos de la lectura una forma de subsistencia orientada al engrandecimiento personal. Sólo cuando empezamos a “bucear” en los libros percibimos su valor. En ese momento sentimos una suerte de angustia y apremio al constatar que no nos alcanzará la vida para ojear todo aquello que anhelamos en nuestros períodos de intimidad y meditación.

La Feria del Libro de Lima Norte es una magnífica oportunidad para propalar la lectura en un representativo sector de la capital que debe acompañar su progreso económico con el incremento de su sapiencia. Sólo así logremos un desarrollo integral coincidente con las aseveraciones del ex presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy: "Si esta nación es tan sabia como fuerte, si queremos alcanzar nuestro destino, entonces necesitamos más ideas nuevas, más hombres sabios, más libros buenos en más bibliotecas públicas. Estas bibliotecas deben estar abiertas a todos, excepto al censor. Debemos saber todos los hechos, escuchar todas las alternativas y oír todas las críticas. Acojamos libros polémicos y autores controvertidos".

sábado, 19 de septiembre de 2015

Usos y deslices del Protocolo

Muchas veces escuchamos variadas interpretaciones en relación al protocolo y a sus usanzas y costumbres. Para la inmensa mayoría de hombres y mujeres está relacionado con un conjunto inapelable de formalidades empleadas en actos oficiales. Es decir, se tiende a orientar su utilización en diligencias gubernamentales.

El experto español José Antonio Urbina, asevera: “Protocolo es aquella disciplina que con el realismo, técnica y arte determina las estructuras o formas bajo las cuales se realiza una actividad humana importante. Es todo, porque realmente es el arte y la técnica de la creación de las formas en las que se realiza la acción del estado”. Son patrones para desarrollar un evento específico y se diferencian de las normas jurídicas porque su errada aplicación evade contravenir un deber legal y sancionable.

En el ámbito diplomático se refiere a los procedimientos entre autoridades de los estados para garantizar y favorecer las relaciones, negociaciones, convenios e intercambios entre los países y las personas que los representan, dando una imagen de cortesía, seriedad y respeto. Comprende las conductas y criterios sociales a conocer y plasmar, en un contexto de interacción humana.

Mientras el protocolo empresarial está circunscrito a los quehaceres corporativos que se realizan como parte de su dinámica cotidiana. Tiene que ver con los procesos esenciales para la planificación, preparación y desenvolvimiento de actos promovidos por empresas privadas. Mientras el protocolo social es la fusión de reglas que deben observarse y tributarse en el medio oficial, social y laboral, etc.

De otra parte, el presidente de la república cuenta con la debida orientación y asesoría de la Dirección General de Protocolo y Ceremonial del Estado del Ministerio de Relaciones Exteriores, que regula y supervisa el cumplimiento del Protocolo y Ceremonial del Estado y del Ceremonial Regional.

En tal sentido, cada vez que prestamos atención a las variopintas incorrecciones y deslices de nuestro jefe de estado -que por mandato constitucional personifica a la nación- no se producen por una carencia de información, sino a una probable voluntad para desacatar sugerencias tendientes a realzar su investidura. Sus omisiones evidencian ausencia de pericia, sumado a antojadizas determinaciones.

Un ejemplo actual lo percibimos los peruanos en los desfiles militares de Fiestas Patrias -presididos por el titular del Poder Ejecutivo- en los que Nadine Heredia de Humala acompaña a su cónyuge en el estrado principal reservado para altos funcionarios y cuerpo diplomático. Como la “primera dama” no ostenta un cargo gubernamental -y sólo tiene esa denominación simbólica- por tradición preside otra tribuna. Algo similar ha sucedido en las juramentaciones de todos los gabinetes ministeriales del presente régimen. En la foto oficial aparece la lideresa del Partido Nacionalista al lado de Ollanta Humala Tasso y de los titulares de las carteras, alterando la precedencia instituida de los ministros.

Nuestro primer mandatario, al igual que los demás representantes de los poderes públicos, desconoce con frecuencia lo instaurado por el protocolo. Sin embargo, sorprende tan habitual torpeza proviniendo de un político con formación castrense. De allí que, reitero mis aseveraciones contenidas en mi reciente artículo “Los selfies ministeriales de Fiestas Patrias” (2015): “…Este suceso (los autorretratos perpetrados en el Patio de Honor de Palacio de Gobierno por varios ministros mientras el jefe de estado hacía uso de la palabra) convendría ser observado por la Dirección General de Protocolo y Ceremonial del Estado de la cartera de Relaciones Exteriores a fin de ofrecer unas cuantas, precisas y necesarias orientaciones a los que, desde la más alta esfera del Poder Ejecutivo, perjudican la supremacía presidencial. No debiéramos acostumbrarnos, como sucede en un paraje de zarzuela como el nuestro, a los inoportunos desatinos protagonizados por nuestros dignatarios”.

Los anteriores gobernantes soslayaron convertirse en un ejemplo de acato al protocolo. Alejandro Toledo Manrique, durante su visita a España (2004) saludó a la reina Sofía con un efusivo beso en ambas mejillas en el Palacio Real de El Pardo. Acuñar el término “chorreo”, en una disertación en el Poder Legislativo, no fue oportuno viniendo de quien ejercía tan elevada magistratura del país.

Por su lado, Alan García Pérez dispuso duelo nacional, colocar la bandera a media asta y una foto gigante en la puerta de la Casa de Pizarro, honores del regimiento “Húsares de Junín”, imposición póstuma de la Orden El Sol del Perú y un homenaje a su amigo el compositor Arturo “zambo” Cavero. Evoquemos el desatino en Palacio de Gobierno al recibir al príncipe Felipe de Borbón y su consorte Letizia (2010). En plena entonación del himno español hicieron pasar a la princesa por detrás de la tribuna de los periodistas.

El protocolo cuida las formas que siempre tienen una importancia que debemos rehuir pasar inadvertida. No obstante, su ignorancia se trasluce en sinnúmero de celebraciones y acontecimientos. Recordemos lo acontecido en la toma de posesión del alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio (2015) cuando se entonó la “Marcha de Banderas” para recibirlo en el Teatro Municipal. Tengamos en cuenta que ésta sólo se destina para rendir honores al jefe de estado y dignatarios extranjeros. Seguramente algún burócrata de segundo nivel quiso halagar al burgomaestre, el que al parecer ni se dio cuenta de lo sucedido.

Este aspecto hace posible comentar otro que está vinculado. Me refiero al perfil profesional de los responsables de gestionar la práctica del protocolo en los organismos estatales en los que las recomendaciones, identidades partidarias y una mezcla de subjetividades prevalecen sobre las calificaciones y destrezas que debe poseer el encargado de este desempeño.

Con la intención de lograr una eficiente administración del protocolo, es conveniente diseñar un marco mínimo con las cualidades y atribuciones del subalterno a cargo de su manejo en el sector público; siempre tan sensible, cambiante y, además, sujeto a la constante intervención política. Las circunstancias son propicias para desplegar programas de capacitación destinados a inducir su congruente empleo.

Lo descrito muestra una realidad sobre la que corresponde trabajar para afianzar el protocolo en la esfera local, regional y nacional. Es conveniente reiterar la pertinencia de dominar su deferente aplicación y comprender su virtud como herramienta de comunicación, miramiento e integración.

domingo, 6 de septiembre de 2015

¿Tu facebook describe quien eres?

El facebook es una fabulosa, moderna y revolucionaria comunidad virtual con la que estamos identificados en mayor o menor grado. Al observar el “muro” de nuestras amistades logramos percatarnos de sus inquietudes, pasatiempos, hobbies, tendencias y, especialmente, ofrece un valor agregado para su imagen. Sin embargo, su errado empleo puede perjudicar y distorsionar el perfil que se anhela emitir.

Para algunos es una especie de catarsis orientada a propalar traumas, desamores, pleitos, desilusiones, penurias y precariedades, en busca de alivio. Otros lo usan para transmitir reflexiones, preferencias deportivas, políticas, religiosas y sexuales. Existen quienes necesitan suscitar envidias, rivalidades y revelar su apremiante falta de admiración.

También, están aquellos con limitada habilidad social y estrecha inteligencia interpersonal, para forjar sólidas relaciones humanas, que han encontrado una posibilidad para desplegar mínimas, superficiales y confinadas destrezas sociales. Así disimulan y se engañan a sí mismos acerca de su exigua solvencia para involucrarse con grupos humanos.

En tal sentido, he creído pertinente formular unas cuantas sugerencias y deliberaciones a fin de irradiar una percepción positiva, pertinente y educada a través de esta masiva herramienta de comunicación. Ante todo, seleccionemos con detenimiento y ponderación los comentarios, juicios de valor y noticias que exponemos.

Recomiendo rehuir sobre publicar con el afán de prescindir llenar el estado de sus seguidores. La gente esconderá su estatus o dará “ya no me gusta”. Cuando suceda una desgracia y alguien ponga una glosa sobre un hecho lamentable, a nivel familiar o colectivo, es contraproducente colocar “me gusta”. Escriba unas palabras de solidaridad.

Evite utilizar sus contactos para promociones comerciales y asuntos sensibles sin pedir autorización. No siempre agrada a las amistades convertir su “muro” en una tribuna mercantil y dramática. Esquive asumir una actitud invasiva u hostil y use la sensatez en sus anotaciones. Acuérdese: “La prudencia se detiene, donde la ignorancia ingresa”.

Causará una buena impresión asentar un saludo a los nuevos amigos que han aceptado su solicitud. Cuando usted haya sido quien admitió la petición, redacte un breve texto de bienvenida. De esta manera, imprimirá una sensación empática. Agradezca las congratulaciones consignadas por su cumpleaños, navidad, aniversario de bodas, etc.

Es conveniente personalizar su respuesta a los que se tomaron el tiempo para contactarte mediante un mensaje directo. Cualquiera que haga una acotación positiva en su “muro” representa un inesperado lazo. Busque lugares y personas a las que complazca corresponder sus afinidades, hobbies, autores preferidos, entre otros.

No discuta y ventile temas íntimos con su pareja a través de su “muro”. Nadie debe enterarse de sus desavenencias y, además, suscitará una situación embarazosa a los amigos de los involucrados en la confrontación. Tampoco insulte, ofenda, agravie o calumnie a terceros. Respete la dignidad personal.

A mi parecer, la autoestima tiene directa implicancia en el retrato concebido a través del facebook. Es un sentimiento valorativo de nuestro ser, de quienes somos y de nuestros rasgos corporales y mentales. En consecuencia, es responsable de las señales verbales y orales exteriorizadas de forma consciente e instintiva. Una autoestima adecuada potenciará la capacidad de desplegar las pericias y aumentará el nivel de seguridad, mientras que una autoestima baja orientará hacia la derrota y frustración.

Hay hombres y mujeres que desde su “muro” están gritando: “quiéreme”, “mírame”, “consuélame” y “escúchame”. La autoestima, el autocontrol emocional, el estándar de tolerancia, la real dimensión empática y la personalidad, se visualizan con claridad y sin ambigüedad. El facebook es una cada vez más exacta radiografía de cómo somos, aunque muchos no se dan cuenta.

De allí que, es fácil vislumbrar a quienes alucinan encarnar una versión chola de la familia Ingalls e intentan proyectar una sensación de eterna felicidad, consumo y celebración. Por el contrario, subsisten los que escenifican con su melodrama una adaptación criolla de la película hindú “Mamá no vendas mis muletas”. Comentarios como: “amanecí triste”, “más deprimida que nunca”, “me sacaron sangre, estoy adolorido”, “desilusionado de los amigos”, “los hombres son unos perros”, “asado, no me pagaron la quincena”, “todo se fue al maldito infierno porque no fuiste capaz de amar”, muestran la tragedia de mis contactos al momento de anotar estas líneas.

Decline imitar rutinarias huachaferías e inopias como apostar bromas impertinentes, fotografías entrometidas o una secuela interminable de selfies en los espejos del baño. Ni que decir de aquellos integrantes del frondoso elenco de “chuncholandia” que nunca han acudido a un restaurante de cinco tenedores y que, por lo tanto, colman su “muro” con imágenes de su arroz con pato, canelones, cócteles, cubiertos y hasta de la servilleta y el mantel. Por coincidencia cuelgan retratos en los que continuamente aparece el nombre del establecimiento gourmet. Me pregunto ingenuamente: ¿Por qué no publican instantáneas con su maca y pan con torreja en el emolientero del paradero del Metropolitano? ¿Tendrá algo que ver el apremio por lucir su estatus económico?

En el aspecto profesional es un vehículo de vital utilidad. Por esta razón, reitero lo expuesto en mi artículo “¿Cómo acceder al mercado laboral?”: “…Otro paso son sus relaciones directas o mediante redes sociales. Las conexiones constituyen un activo que en cierto momento puede requerir. De allí la conveniencia de llevar acogedoras vinculaciones con familiares, amigos, ex compañeros de estudios, proveedores, entre otros públicos. Cada contacto aliméntelo con mensajes, informaciones, saludos en ocasiones especiales, etc. a fin de tener una presencia eficaz en las personas que pueden ayudar con su recomendación. Responda sus emails y llamadas telefónicas, concurra a actividades sociales, frecuente grupos de interés y haga más consistente su círculo de enlaces”.

Es una ventana que facilita percatarse de las singularidades y actitudes del postulante. Actualmente, en los procesos de selección de personal son revisados los facebook de los candidatos con el propósito de tener amplias referencias de sus inquietudes, círculos amicales, realizaciones intelectuales, deportivas, entre un sinfín de conocimientos. Soslaye divulgar una apariencia frívola y ausente de modales y valores, como sucede a menudo.

Haga de su facebook una oportunidad para contagiar cultura, irradiar principios, hacer eco de causas ciudadanas, reseñar publicaciones literarias, expandir denuncias de interés público y dispersar aportes. Prescinda sumarse a ese coro embrutecedor y angustioso de anotaciones que enuncian la exuberante indigencia neuronal, espiritual y moral que se ha interiorizado en una sociedad herida por su deteriorada solvencia, sapiencia e integridad. Por último, recuerde: “Dime cómo es tu facebook y te diré quien eres”.

domingo, 2 de agosto de 2015

Los selfies ministeriales de Fiestas Patrias

En esta colorida efeméride nacional un hecho reprochable no pasó desapercibido en el siempre impredecible, pintoresco y sorprendente reino de “Perulandia”: el flamante “selfie” de varios ministros en el patio de honor de Palacio de Gobierno cuando el presidente de la república Ollanta Humala Tasso daba un segundo e inusual discurso el 28 de julio.

Entre los aludidos figuran Manuel Pulgar Vidal, del Ambiente; Juan Manuel Benites, de Agricultura; Diana Álvarez, de Cultura; Marcela Huaita, de la Mujer; José Gallardo Ku, de Transportes; Aníbal Velásquez, de Salud; Gustavo Adrianzén, de Justicia; Paola Bustamante, de Desarrollo e Inclusión Social; y Magali Silva, de Comercio Exterior. Su actuación ha sido duramente objetada por tratarse de una señal de irrespeto.

Por su parte, el congresista Alejandro Aguinaga tuiteó: “¡Que bestia! Nueve ministros desconectados prefieren selfie a seguir escuchando más promesas y seudo logros del presidente Ollanta Humala. De ‘ripley’”. Similar reacción tuvo el ex titular de Trabajo Juan Sheput: “Impresionante foto que muestra a ministros enloquecidos por un selfie mientras habla el presidente. Desorden total”.

Han surgido interpretaciones dirigidas a minimizar la anécdota e intentar pasar por alto ésta ausencia de sobriedad. Estas manifestaciones en un momento de aparente alegría, más allá que sean en un acto público, constituyen un desdén a quien pronunciaba una alocución vista por millones de peruanos a través de los medios televisivos.

En política el fondo y la forma tienen un infalible significado y, además, cada gesto público comunica. La sensación ofrecida es de un gabinete irreverente ante su superior jerárquico e incompetente para valorar su propia investidura. Una muestra irrefutable de falta de criterio y pertinencia.

Este suceso convendría ser observado por la Dirección General de Protocolo y Ceremonial del Estado de la cartera de Relaciones Exteriores a fin de ofrecer unas cuantas, precisas y necesarias orientaciones a los que, desde la más alta esfera del Poder Ejecutivo, perjudican la supremacía presidencial. No debiéramos acostumbrarnos, como sucede en un paraje de zarzuela como el nuestro, a los inoportunos desatinos protagonizados por nuestros dignatarios.

Creo apropiado incidir que el protocolo está lejos de constituir un conjunto de disposiciones inflexiones que hacen elitista al gobernante. Es una disciplina destinada a estipular las formas bajo las que se realiza una actividad humana importante. Son patrones para desarrollar un evento específico y se diferencian de las normas jurídicas porque su mal uso no significa el incumplimiento de un deber formal y sancionable.

Este novedoso autorretrato es empleado por diversas personalidades a nivel mundial. El Papa Francisco se ha tomado en sus visitas oficiales, audiencias públicas e incluso en la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII. En la lista de los "selfies” -elaborada por la prestigiosa revista Time- hay uno del Santo Padre con un grupo de adolescentes en la ciudad del Vaticano y otro del presidente de Estados Unidos, Barack Obama y el primer ministro británico, David Cameron, con la primera ministra de Dinamarca, Helle Thorning Schmidt, en los homenajes al memorable Nelson Mandela en Sudáfrica.

El punto discrepante surge cuando son perpetrados omitiendo la solemnidad del acontecimiento. Estoy muy lejos de pretender asumir posturas surrealistas que puedan considerarse exageradas en estas épocas en que es empleado en eventos de toda índole. Sin embargo, evitemos sustraer el sentido común que orienta nuestras acciones.

Aprovecho este asunto para incidir que tampoco son atinados en exequias, velorios, accidentes de tránsito, situaciones denigrantes o con personas a la que no se pide permiso. A mis alumnos les comento con insistencia lo inelegante de los “selfies” a sus exuberantes platos de comida para exhibirlos en el facebook. Eluden percatarse que proyectan la imagen de un “chuncholandia” que nunca ha visto un agradable y bien decorado platillo, ni ha estado en un restaurante de cuatro o cinco tenedores.

Deseo recordar, en un medio colmado de informalidades, absurdos, huachaferías, criolladas y desproporciones, que durante la reciente estadía en México de los monarcas de España, los organizadores prohibieron a los asistentes a sus eventos -incluidos los funcionarios estatales- los “selfies” con los reyes Felipe VI y Letizia.

Esta última celebración patria del régimen de Gana Perú será recordada, entre otras razones, por mostrar a los ministros con un autorretrato alejado del que la población percibe de una administración gubernamental incapaz de guardar las mínimas cortesías que contribuyan a ganarse el respeto y la credibilidad de un país cada vez más divorciado de la clase política. Un nuevo gesto de frivolidad que empaña a nuestro mandatario.

Probablemente, la mayoritaria percepción ciudadana es opuesta a la impropia jovialidad que inspiró a los autores de los ahora famosos “selfies” palaciegos. Sugiero incorporar la coherencia, el miramiento y, reitero, la pertinencia en nuestras autoridades. Señoras y señores ministros: un poco de elemental sobriedad, cordura y buenos modales.

miércoles, 29 de julio de 2015

En el día de la patria: El reino de Perulandia

Había una vez un lugar en una parte estratégica de América Latina, conocido como “Perulandia”, al que el genial escritor indigenista José María Arguedas -que amerita mi personal admiración- evocó con estás palabras: “Ese Perú hermoso, cruel y dulce, y tan lleno de significado y de promesa ilimitada”. Un escenario que motivó el intenso interés de estudiosos como Augusto Weberbauer, Clements Markham, Ernst W. Middendorf y Antonio Raimondi.

“Perulandia” es un complejo y maravilloso exponente natural, étnico, histórico y social, aunque sus aldeanos únicamente sientan circunstancial orgullo por sus raíces en la víspera de la efeméride patria, en el día del pisco o el pollo a la brasa o cuando, en pocas ocasiones, ganan un partido de futbol. Hablando de este afamado entretenimiento: si desea escuchar su himno con súbito amor hágalo en un encuentro deportivo con Chile. Allí sale a flote la volátil intensidad del alma nacional.

A sus conciudadanos poco les concierne la existencia de innumerables razones para sentir una genuina devoción por su país, como albergar en sus tierras la mayor población de vicuñas y alpacas -los camélidos con las fibras más finas y cotizadas del mundo-; tener 30 variedades de olluco; 3,000 de papa; 32 de maíz; 25 de quinua; obtener un algodón Tanguis, considerado el más selecto del hemisferio.

Tampoco despierta interés que su geografía exhiba características excepcionales en el planeta: los cañones del Colca y Cotahuasi están reconocidos como los más profundos; poseer 1,769 glaciares; 12,000 lagunas de diferentes tamaños; el nevado Alpamayo, ubicado en el Parque Nacional Huascarán, fue designado el más bello en la Encuesta Mundial de Belleza Escénica (Alemania, 1966); el río Amazonas, el más caudaloso y fascinante; y el lago navegable más alto: el Titicaca.

En este reino, saludar, decir “por favor” y “gracias”, llegar puntual, ser discreto y reservado, asumir un sentimiento de identificación y solidaridad con el entorno, respetar los derechos de los semejantes, portarse con corrección y buena educación, es visto como propio de extraterrestres. Aunque se resista a creerlo es un inimaginable edén colmado de singularidades.

Hablar de la existencia del vecino, mirar los defectos del prójimo, evadir elogiar los triunfos ajenos, buscar siempre el “pero” para justificar la inacción, quejarse de los políticos y hasta de las variaciones de temperatura, constituyen el mosaico del reino. Hacerse el ciego, sordo y mudo es un requisito para coincidir con el identikit de “Perulandia”. Por cierto, el clima de su capital refleja el cambiante, caprichoso, inestable, pusilánime y tambaleante estado anímico de sus súbditos. Me recuerda las aseveraciones del célebre médico y naturalista Hipólito Unánue y Paz Soldán en su obra “Observaciones sobre el clima de Lima y sus influencias en los seres organizados, en especial el hombre”.

Respetar la luz roja o la fila en una ventanilla, evitar arrojar papeles, dejar de hacer pis o escupir en la calle, ceder el paso a un transeúnte, rehuir tocar la bocina con desesperación, cruzar la pista por la esquina, cumplir con las obligaciones cívicas y entender que “donde terminan nuestros derechos, empiezan los ajenos”, se perciben como comportamientos inusuales. “La viveza peruana” es su lema oficial y está escrito con tinta indeleble en el alma de sus moradores.

Es un reino definido por la falta de sapiencia para levantar su voz de protesta e integrado por hombres y mujeres que subsisten de espaldas a la realidad que cuestionan y eluden enfrentar. Cada uno permanece en su “zona de confort” sin importarle los sucesos del costado. Se requiere sublevar las conciencias anestesiadas y apáticas y, además, superar la invalidez moral y espiritual que los aturde.

Es la tierra del ceviche, el pisco sour, el tacu tacu, los anticuchos, el arroz con leche, la jarana criolla y otros íconos consumistas. En las solemnidades patrias sus colectividades lucen escarapelas en sus pechos, banderines en sus autos y banderas desteñidas en los techos de sus casas, puestas por obligación para sortear la multa municipal, y están atosigados de avisos publicitarios incitando efímeros afectos nacionalistas. Ni siquiera saben las estrofas completas de su himno. El eslogan “un saludo a la bandera”, define el escaso significado de esta insignia.

En “Perulandia” se enseña a los alumnos en los colegios acerca de batallas, combates, jornadas épicas, biografías de héroes y mártires de la gesta de la Independencia Nacional y de la Guerra del Pacífico. Pero, se esquiva indagar sus causas, entretelones, traiciones, conspiraciones políticas internas y todos aquellos elementos que facilite -a los futuros electores del reino- poseer una visión juiciosa, pensante y reflexiva de su historia.

En estos días sus coterráneos aguardan con ansias el desfile que encarna la supuesta y muy rebatible proeza, valentía y entrega de sus Fuerzas Armadas. Al respecto, comparto lo señalado por Carlos Galdós en su reciente artículo “Manual para sobrevivir en Fiestas Patrias”: “…Si vas a la parada militar en la avenida Brasil, desde ya sugiero que reserves con tiempo tu ubicación. Hay varias opciones: Azotea Platinium, Balcón VIP del edificio, Silla Platea Numerada en medio de la calle previamente lotizada por la vecina, o Stand Up, también separado por el sobrinito que puso su colchón y durmió esa noche en la calle para ‘guardar sitio’. En los cuatro casos no se aceptan tarjetas, el pago es en efectivo. Ahora, si usted quiere sentirse seguro y resguardado puede alquilarle el asiento de la camioneta al Serenazgo o a la Policía. Ellos sí aceptan tarjetas, sólo que el pago se tendrá que hacer en algún grifo cercano ‘tanqueando’ la unidad móvil”.

“Perulandia” es popular por su pasividad para aceptar y convalidar lo acontecido a su alrededor, sin intentar hacer algo para revertir una situación anómala. Sus paisanos están parados en el “balcón” de su existencia mirando, diagnosticando y arrogándose el cómodo papel de criticones. Sin embargo, se resisten a tomar un rol proactivo e impulsar el cambio que demandan. El reino camina mientras el peruano duerme. Propongo edificar un símbolo expresivo de su estilo de sentir, pensar y actuar: un monumento a la mazamorra.

Estar orgulloso de habitar en “Perulandia” es respetar al semejante y ostentar valores ciudadanos. La aparente fidelidad hacia el reino no consiste en empapelar de rojo y blanco la ciudad, promover desfiles escolares que alteran el tráfico vehicular, realizar millonarios corsos por las calles miraflorinas, incrementar el comercio ambulatorio de emblemas e instalar ferias gastronómicas, acompañadas de música y danza, en las plazas públicas. El fervor debe reflejarse en la integridad y coherencia de sus habitantes.

Grandes augurios a los que persisten en forjar nuevas ilusiones, alegrías y realizaciones, no obstante las consignas imperantes en un medio indolente, obsecuente y rastrero que transita lacerante ante el aplauso unánime y la embriagues de la nación. ¡Viva el reino de Perulandia!

jueves, 16 de julio de 2015

¿El peritaje psicológico?

Desde hace algún tiempo deseaba escribir sobre la importancia de evaluar la composición mental de los individuos. Al escuchar hace unos días en un programa de televisión a mi dilecta colega Rosa Cifuentes Castañeda, una renombrada consultora en inteligencia emocional y escritora, entendí que este asunto es más apremiante de lo imaginado.

Vivimos eras colmadas de tensiones y definidas por la escasa capacidad de introspección y crítica del ser humano. Estas son épocas en donde la tecnología, al alcance de todos nosotros, influye en la disminución de nuestra preparación para interactuar, comunicarnos, convivir e impulsar nuestra sociabilidad.

Estamos tan aturdidos y, además, resignados a aceptar las características anímicas y psíquicas de nuestros semejantes -como si fueran habituales- que evadimos enfrentar la trascendencia de su estructura psicológica. Por estas consideraciones, compartiré con usted mis desordenadas deliberaciones de manera directa.

El “peritaje psicológico” es una herramienta que podría implementarse con mayor amplitud a fin de realizar, mediante entrevistas y test, una exhaustiva exploración, evaluación y diagnóstico de las relaciones, actitudes, pautas de interacción, matices de la personalidad, raciocinio, aptitudes y otros ámbitos del sujeto.

Es imprescindible persuadir de su invalorable aporte para conocer con mayor rigurosidad los perfiles de los seres con los que, por alguna razón, alternamos. A mi parecer, es vital asumir una mirada aguda acerca de esta temática, comprender sus alcances y omitir los conocidos comentarios caricaturescos comúnmente percibidos.

He oído infinidad de veces aseveraciones como “él toda la vida ha sido así”, “no lo vas a cambiar”, “ten cuidado con fulano que es medio violento, pero buena gente”, “así es ella, algo rara y nada más”. Simplistas calificaciones para justificar prefijadas formas de proceder que rehusamos examinar y, por lo tanto, alertar sus probables consecuencias. Detrás de supuestas peculiaridades pueden concurrir reales “bombas de tiempo” en nuestros prójimos. No subestimemos lo que ésta realidad implica.

Cuando miro a quienes van a ser padres por primera vez en reiterados momentos me he preguntado en la intimidad de mis reflexiones: ¿Cómo pueden traer un hijo al mundo quienes están inmersos en traumas, heridas abiertas y acontecimientos emocionalmente dañinos? En lugar de tantos domésticos preparativos para el baby shower o el nombre del futuro primogénito, convendría conocer, procesar y calcular sobre las posibles cargas negativas que afectarán la formación de ese nuevo ser. Sin embargo, escucho en un sinfín de oportunidades expresiones mediocres como “nadie aprendió a ser padre” o “no seas perfeccionista”. Bien dice un acertado y antiguo enunciado: “La ignorancia ingresa, donde la prudencia se detiene”.

Concurre una visible autosuficiencia y desconocimiento al creer que cualquiera cumple los mínimos estándares psicológicos para la paternidad. Nada más inexacto. A los papás les incumbe intuir que su tarea va más allá de atender las privaciones básicas de sus descendientes y también consiste en cubrir sus requerimientos afectivos y emocionales que no siempre pueden satisfacer. Aquí empieza un nuevo círculo vicioso.

Sino logramos en el entorno familiar formar benignos seres humanos, cómo podemos ser tan ingenuos en creer que concluirán siendo óptimos en el campo laboral. Son como las ruedas de un coche, tienen que funcionar las cuatro para hacer caminar el vehículo. No puede andar con dos o tres llantas. Procuremos, como afirma mi documentada colega y experta en cuestiones de terapia gestáltica Ana Medina Mendoza: “Primero, debemos moldear buenas personas, para luego asegurar buenos profesionales. Nosotros vemos las cosas como somos y no necesariamente como son los cosas”.

Del mismo modo, existen compañías que rehúyen efectuar un “peritaje psicológico”, a sus postulantes y colaboradores, encaminado a conocer la autoestima, el temperamento, la lucidez intrapersonal, la empatía, entre otras piezas de su organización emocional y así prever su aporte al clima laboral, trato con sus demás asociados, habilidad para resolver situaciones de tensión, etc.

Con cuanta frecuencia observamos a gerentes o líderes empresariales que prescinden guardar una reacción emocional coherente con su jerarquía o adiestramiento. Lo mismo sucede con encargados de atención al cliente e incluso con docentes cuyos desempeños son altisonantes. Todo esto puede representar una pérdida económica para la institución y un deterioro en su atmósfera interna. Al respecto, insisto en la urgente exigencia de crear áreas de asesoría psicológica y/o contratar consultores que hagan un seguimiento de estos pormenores. El bienestar y la fidelidad del recurso humano siempre será el más inestimable en una entidad.

Eludamos llegar al extremo de pensar que, únicamente, el compañero de trabajo bipolar, maniacodepresivo, esquizofrénico o con trastornos constituye un peligro. El “peritaje psicológico” hace factible reconocer irrefutables predisposiciones que, sin situarse al extremo de una enfermedad psiquiátrica, merecen atención. Por ejemplo: ¿Qué hacemos cuando el hombre o mujer con el que compartimos responsabilidades muestra desconfianza, escasa autoestima, incapacidad para coordinar en equipo y pobre pericia interpersonal? ¿Cómo responder al percatarnos de un jefe manipular y desprovisto de poder debido a su baja autoestima? Y así podría seguir un listado formidable de preguntas dirigidas a tomar en cuenta esta materia en las corporaciones sin menoscabo de sus aparentes costos.

La dimensión espiritual explica nuestra biografía y avizora el camino que transitaremos en nuestras vidas. Recordemos: nada pasa por casualidad y de las experiencias más adversas e incómodas, nos corresponde obtener las sabías lecciones que ésta nos ofrece. Nuestra existencia emocional es la radiografía del alma y un puente de coexistencia e integración con el mundo.

lunes, 6 de julio de 2015

Chuncholandia: ¿Un nuevo síndrome?

Un término que he identificado para describir aquellas conductas -bastante más habituales de lo imaginado- expresivas de una enorme carestía de autoestima, precaria habilidad social e ineptitud para interactuar y, por lo tanto, se caracterizan por las limitaciones que obstruyen el fluido desenvolvimiento en sociedad.

Desde mi punto de vista, “chuncholandia” es un fenómeno trasversal que abarca diversos niveles, edades y estatus económicos. Con indisimulable nitidez está presente en todos los ámbitos en los que alternamos. Se concibe tan evidente que, incluso, es percibido como una peculiaridad en el invertebrado, insolidario, convulsionado y complejo comportamiento peruano.

Sus numerosas demostraciones son observables en oficinas, encuentros amicales y rehúye diferenciar orígenes o rasgos de algún tipo. Lo veo en mis sesiones de clase cuando el alumnado -de las más variadas generaciones, profesiones o procedencias- sólo encuentra seguridad, para hacer un trabajo grupal, cuando está inmerso con su “secta”.

También, es común advertir esta limitación en las aburridas y tormentosas reuniones familiares -a las que evito asistir- que se distinguen por la constitución de “tribus” en función de sexos y edades. Por desgracia, si alguien demuestra elevada seguridad y pretende integrarse con la “camarilla” ajena, es expulsado. “Anda con tus primos y tíos, aquí estamos hablado asuntos de mujeres” he escuchando un sinfín de veces.

Con frecuencia notamos en una actividad social a una pareja de cónyuges que se exhiben distantes, acartonados, solemnes y despojados de condiciones para interactuar con seres desconocidos. No obstante, se transforma su actuación cuando llega su “pandilla” amical o familiar. Surge una súbita actitud extrovertida, locuaz y desenvuelta que, hasta hace unos minutos, estaban imposibilitados de presumir.

Acaso no oímos con cotidianidad deprimentes aseveraciones tales como: “No voy a la comida, porque no conozco a nadie”, “Ven a recogerme, tengo roche llegar solo”, “Dime si va tu esposa al almuerzo, pues la mía no tiene con quien hablar”. Estas son vivas muestras de la sórdida “chuncholandia” que lacera, ante la apatía general, nuestro crecimiento como seres aptos para habitar en colectividad.

Observo con una dosis atrevida de ironía a múltiples colegas que sino coinciden en la sala de profesores con su “califato”, con quienes comparten limitadas charlas domésticas, están más perdidas que “cuy en tómbola”. Sus visibles privaciones las obliga a permanecer enmudecidas. Incluso en celebraciones o capacitaciones me percato como “guardan sitio” al colocar -sin la mayor vergüenza- sus carteras en las sillas colindantes para su “cofradía” con la que, únicamente, pueden desenvolverse.

Esa pegajosa práctica de forjar, de manera excluyente, conexiones interpersonales en función de ciertas “logias” restringe nuestro proceso de evolución. Precisamente cuando salimos del “área de confort” y, por lo tanto, empezamos a entablar saludables relaciones con sujetos de otras extracciones y actividades, ampliamos nuestra percepción de la diversidad humana. En consecuencia, fortalecemos nuestra autoestima y empatía al valorar, entender e interactuar con el prójimo.

Sin embargo, las posturas puestas en escena por nuestros semejantes ratifican esta falta que, a mi parecer, pone a la vista el conformismo, la ausencia de mundo y una gama de precariedades sobre las que cada uno de nosotros debiera tener la honestidad de realizar su propio diagnóstico. El profundo conocimiento de nuestras insuficiencias facilitará trabajar su superación con el propósito de valorar sus implicancias en nuestra calidad de vida.

Es recomendable forjar una personalidad convincente, firme, con alto grado de cultura y apta para afiliarnos a las disímiles esferas con las que alternamos. En tal sentido, reitero lo reseñado en mi escrito “¿Tiene usted habilidades sociales?”: “Las ‘habilidades sociales’ complejas están ligadas con el despliegue de la asertividad en la comunicación y la inteligencia interpersonal. Los individuos que la poseen saben expresar quejas, rebatir peticiones irracionales, revelar sentimientos, defender sus derechos, pedir favores, resolver situaciones agudas, acoplarse con el sexo opuesto, tratar con niños y adultos. Estas destrezas tienen un impacto directo en contextos de tirantez y demandan de una sólida configuración personal”.

“Existe una carencia de ‘habilidades sociales’ esenciales que nos deja atónitos en múltiples acontecimientos y, especialmente, cuando provienen de prójimos con determinada formación e instrucción que supondría un mínimo despliegue de estas pericias. Personas de variadas ocupaciones laborales que, por la naturaleza de sus quehaceres requieren de un prodigioso nivel de estas cualidades, son renuentes a saludar y mostrar afables gestos, huérfanas de las mínimas nociones para fomentar una conversación, arropadas en su reducido y marginal círculo amical, incapaces de integrarse socialmente, inseguras en su toma de decisiones y sobreprotegidas en su estrecha zona de confort”.

Por último, es imprescindible incorporar este tema en los programas de adiestramiento laboral. Lo explico con insistencia en mis asignaturas para demostrar que los hombres y mujeres deben abocarse a su desarrollo integral y construir relevantes puentes de entendimiento y sociabilidad. La solvencia cultural tiene siempre un papel significativo que otorgará consistencia para desplegarnos. Es conveniente acercarnos a la historia, el arte y la literatura para contar con enriquecedores elementos que inspiren las tertulias. La lectura compromete nuevas capacidades y tiene un efecto esperanzador. Recuerde: es un magnífico, genuino e inexplorado océano de sapiencias.

Asimismo, la cultura cumple un papel importante que se debe evitar subestimar: ofrece la lucidez para reflexionar y convertirnos en individuos racionales, críticos, desenvueltos y solventes en términos éticos. Posibilita profundizar en la intuición y es un medio de superación. Esquivemos mirar con desdén su invalorable rol en nuestra consolidación como seres pensantes. De allí que, es preciso articular el ascenso intelectual y emocional y, además, la voluntad de renunciar a la entorpecedora, criolla y parapléjica “chuncholandia”.

viernes, 3 de abril de 2015

Tips de sentido común en la etiqueta social

En algunas ocasiones he intentado entender las variadas, visibles y reincidentes muestras de ausencia de “sentido común” en las acciones de nuestros semejantes que, además, de constituirse en faltas de buena educación, lesionan nuestra convivencia.

Empecemos esclareciendo este flamante término tan usado y, probablemente, poco comprendido en nuestro medio. Todos coincidimos en que está erigido por los conocimientos y las creencias compartidos por una comunidad que se estiman prudentes, lógicos o válidos. Es el potencial natural de juzgar los acontecimientos y eventos con racionalidad.

Este discernimiento es vital para conducirse de manera correcta y congruente. Se aprende a lo largo de nuestra vida y se nutre de las acciones experimentadas en nuestro crecimiento y, en consecuencia, nos ayuda a dirimir como actuar del mejor modo posible ante determinadas situaciones. Aunque parezca una ironía está considerado -según expertos y estudios- el menos usual de los sentidos.

El “sentido común” es un rápido análisis que necesita una respuesta. Tiene en cuenta los parámetros o variables del entorno. Una vez recopilados, mezclados y evaluados se obtienen conclusiones que podemos usar. Está unido al ingenio, la creatividad y la lucidez para afrontar circunstancias desconocidas que pueden ayudarnos a salir airosos de las casualidades que enfrentamos.

Sin embargo, si observamos la conducta de los individuos con los que estamos vinculados en el quehacer laboral, familiar, amical, etc. coincidiremos en que evaden emplearlo. Tal vez será que en “perulandia” nuestros conciudadanos están revestidos de una ausencia de este primordial concepto que pretendo comentar desde la perspectiva de la etiqueta social.

Permítame dilucidarlo con unas cuantas y desordenadas exhortaciones aplicables a nuestra controvertida realidad: Al ingresar a un lugar saludemos (lo que sinnúmero de colegas no hacen a su llegada a una sala de profesores); digamos “gracias” y “por favor” al recibir una atención, obsequio o deferencia; si desea llegar puntual a una cita prevea el tiempo oportuno para su traslado y soslayar quejarse de la insoportable congestión vehicular; seamos solícitos en los espacios públicos con damas y caballeros mayores, discapacitadas y embarazadas sin necesidad de imperar una norma de carácter obligatorio; evitemos hacer preguntas desacertadas e inconvenientes, destinadas a satisfacer curiosidades personales; rehuyamos realizar visitas familiares y/o amicales sin habernos anunciado con antelación; renunciemos a orientar la conversación hacia temas incómodos delante de posible aludidos, etc. El listado podría continuar.

Desde mi parecer, las negativas influencias del entorno, las limitaciones de criterio personal y una inocultable conducta conformista revelan la masiva orfandad de “sentido común”. Existen sujetos que estarían dispuestos a mostrar un proceder diferente al mayoritario. Pero, el temor a exhibir una actitud discrepante y singular –resultado de sus inseguridades, miedos, prejuicios y baja autoestima- interviene en su incapacidad para adoptar decisiones de forma autónoma.

Este sentido es un elemento esencial de reflexión para obrar teniendo en cuenta la exigencia de construir óptimos niveles de coexistencia con nuestros compañeros de trabajo, familiares, vecinos y amigos, dejando de lado reacciones egoístas, individualistas y carentes de sensación de pertenencia. Sugiero anotar: nuestros derechos terminan en donde empiezan los ajenos. Aprender a aceptarnos, tolerarnos y forjar un mutuo sentimiento de miramiento debe ser una tarea prioritaria en cada uno de nosotros.

Habitamos una colectividad colmada de múltiples y complejas desavenencias, tensiones y respuestas defensivas que impiden forjar saludables lazos en nuestra relación interpersonal. Por lo tanto, el “sentido común” cobra enorme actualidad y se convierte en un ingrediente que coadyuve a afrontar las asperezas de nuestro día a día. Difícil cometido para una población lacerada por una acentuada apatía, indiferencia e insolidaridad.

Obviemos acostumbrarnos, ni mucho menos resignarnos a subsistir en una aparente “jungla” en donde cada uno solo piensa en sí mismo. Esquivemos desplegar actitudes hirientes como conclusión de ciertos complejos, ofuscaciones, vicios y equivocados estilos de comportamiento que deterioran nuestra calidad de vida y el clima de entendimiento con el prójimo. Tenga presente: ejercitar los más obvios consejos de la etiqueta social nos engrandece como persona y sociedad.

Saludar, sonreír, ceder el paso, agradecer, pedir por favor, asumir un trato amable, cálido y cortés, responder una llamada telefónica, presentar excusas, ejercer la puntualidad y actuar con pertinencia, entre otras recomendaciones, fortalece nuestra dimensión humana. Será grata nuestra existencia y de quienes nos circundan. Ante cada situación imprevista apelemos al “sentido común” para encausarnos con asertividad. Recuerde!

domingo, 22 de marzo de 2015

jueves, 12 de marzo de 2015

Etiqueta social: Sugerencias para el jefe

En reiteradas ocasiones quienes ocupan un puesto importante en la empresa desconocen cómo su conducta diaria influye y trasciende en el entorno laboral. En tal sentido, he creído oportuno presentar diversas e ilustrativas recomendaciones destinadas a mejorar la interacción cotidiana y la adecuada proyección de su imagen, en caso ejercer una elevada jerarquía. Quiero empezar citando aquella expresión que engloba toda relación de trabajo: “Trata a tu inferior como desearías que tu superior te trate a ti”.

Asimismo, este asunto está vinculado con el perfil integral de quien ostenta un cargo influyente. No solamente es imperioso analizar y evaluar el estándar profesional a partir de títulos académicos, experiencias, destrezas y conocimientos, sino observar con diligencia su educación, inteligencia emocional, facultad empática, habilidades blandas, manejo de situaciones críticas, entre otros elementos. Veamos seguidamente varios tips.

El buen trato. Sea consciente de la connotación de su desenvolvimiento, positivo o negativo, en el clima laboral y en la convivencia con sus empleados. Ser respetuoso es un aspecto central para lograr la identificación y adhesión del público interno. Al parecer muchos lo olvidan con el pretexto de las tensiones y ofuscaciones habituales. Su trato no debe estar circunscrito a determinados intereses, simpatías o atracciones. Haga ostensible su grado de cortesía y deferencia.

Puntualidad. Contribuye a dotar una personalidad de carácter y eficacia. Predicar con su óptimo ejemplo le facilitará ganarse la credibilidad de sus colaboradores. Cumplirá mejor sus actividades y, por cierto, exhibirá disciplina, perseverancia y orden para establecer prioridades. Está relacionado con su sentido de responsabilidad y organización personal.

Saludo. No solo debe entenderse como una señal de urbanidad. Tenga en cuenta que describe su autoestima, pericia social, temperamento y se convierte en su “tarjeta” de presentación. Es una primera señal de consideración hacia su prójimo, sin diferencia de edades, funciones y estatus. No espere que los demás lo saluden como sucede en ciertas corporaciones: el que llega saluda.

Vestimenta. Es un código de comunicación que refleja su estilo. Desista subestimar la trascendencia de velar por su excelente presentación. Aconsejo usar colores sobrios y ropa adecuada para su tipo de trabajo. Una dama debe evadir ponerse prendas con escotes, mangas cero, mini faldas, blusas transparentes, apretadas y maquillaje excesivo. Si lleva uniforme obvie realizar modificaciones para verse más atractiva. Demuestre su real profesionalismo. Recuerde, su atuendo debe guardar coherencia con su escalafón.

Por favor y gracias. Implica afabilidad y delicadeza, úselos siempre y con todos. Estos vocablos deben estar acompañados de un acto explícito de reconocer o retribuir un gesto o servicio recibido. Observo con frecuencia sinnúmero de ejecutivos que agradecen por cumplir una formalidad y emplean una entonación que evade reflejar su aparente buena intención. Sonría y muestre consistencia.

Liderazgo. Demuestre aptitud para persuadir, auscultar y comprender a los demás en sus iniciativas y proyectos. Un líder busca comprometer a sus subordinados en sus nuevos retos y rehúye mostrar temores, dudas e incertidumbres. Compórtese con convencimiento y seguridad; aliente al resto y hágalos partícipes de los desafíos trazados.

Capacidad de diálogo. Esta cualidad es concordante con sus destrezas sociales y emocionales. Eluda creerse el “dueño de la verdad” y acepte ideas ajenas. Es una virtud frente a la que cientos de altos funcionarios actúan con renuencia y desconfianza. Involucra idoneidad para percibir la discrepancia con naturalidad, madurez, serenidad y buena voluntad; no es sinónimo de conflicto, enemistad o rechazo. Discrepar posibilita entender la diversidad humana y, por lo tanto, recoger puntos de vista opuestos y enriquecedores.

Administrar el tiempo. Verlo apurado o dejar para más tarde sus quehaceres puede ser contraproducente para el correcto desempeño de sus obligaciones. Los períodos y niveles de coordinación, entre otros elementos, son invalorables para cumplir ciertos objetivos. Soslaye apretar su agenda y pretender resolver todo en un día. Dese un espacio para compartir un café con las personas a su mando, captar sus inquietudes y -de ser necesario- dar una vuelta por otras áreas de la compañía.

Autoridad. Ejerza sus atribuciones y, especialmente, exteriorice solvencia moral y funcional. Existen gerentes que han perdido toda potestad debido a su proceder autoritario, prepotente, agresivo y carente de asertividad. Obedezca las disposiciones institucionales y distíngase por ser el primero en hacerlas cumplir. Conviértase en un referente ético por mantener una actuación diáfana.

Conducir un grupo humano es una tarea llena de desafíos que implica replantear determinadas acciones que deben superarse. Laborar en equipo, saber escuchar con apertura, congratular, alentar, motivar, servir de prototipo por su decencia, entrega y honorabilidad, asumir una actitud convocante, son particularidades propias de un jefe. Aplíquelas!

miércoles, 4 de marzo de 2015

¿Cómo comportarnos en el trabajo?

A lo largo de la vida pasamos cuantioso tiempo interactuando en nuestro centro de trabajo con los compañeros de labores. En tal sentido, en este artículo presento ciertas recomendaciones -a partir de adaptar variados tips de etiqueta social- de las muchas que pudieran haber, destinadas a lograr una solidaria convivencia laboral.

Previamente deseo precisar que la cortesía y consideración son elementos claves para alcanzar una afable vinculación humana en cualquier ámbito en el que nos encontremos. Muestra nuestras sensibilidades y posibilita tender un puente inestimable de acercamiento al semejante que hará nuestra existencia más placentera. Ahora si, amigo lector, pasemos a describir cada sencillo consejo de forma meticulosa.

Acuda con puntualidad y tenga buen record su asistencia. Asista con antelación con el propósito de utilizar esos minutos para instalarse con calma, planificar su día y, además, dará un buen ejemplo. Llegar corriendo a marcar tarjeta y terminar de acicalarse o desayunar en la oficina es deplorable. Decline inventar excusas o desgracias familiares para ausentarse en vísperas de feriados largos. Su exactitud y asiduidad ingresan en su expediente e influyen en posibles incentivos y premiaciones. No sea puntual por miedo a ser amonestado y al posible descuento salarial, sino por convicción y esmero.

Esquive comer y masticar chicles. Es mal visto consumir alimentos o chicles, distorsionan su imagen e impiden una adecuada pronunciación. Demuestre su planificación y disfrute su refrigerio en otro ambiente. En la oficina no deben exhibirse comestibles o vajilla usada. Sin embargo, hay empresas en que los escritorios e inclusive el módulo de atención al público parecen la barra de una cocina y más aún si acaba de celebrarse un cumpleaños.

Exhiba ordenado su sitio de trabajo. El despacho refleja su personalidad, pulcritud y estilo. Ostente armonía, limpieza y decoración apropiada. Rehúya colocar debajo del vidrio de su escritorio fotos, tarjetitas, recuerdos y elementos que opacan su sobriedad. Nunca luzca peluches, muñequitos, adornos recargados, útiles de aseo personal y excesivos retratos familiares que transformen su despacho en una pulpería.

Sea discreto y confiable. Estas son virtudes que deben caracterizarnos a todos. Rechace convertirse en portador de “novedades” y referirse a la vida de terceros. Prescinda participar en pláticas indiscretas, son de pésimo gusto. Con frecuencia alterno con personas -desprovistos de mínima educación y agrupados en sectas- que han desnaturalizado las salas de docentes en un insufrible cenáculo de murmullos, rumores y habladurías. Al parecer sus carencias hacen imposible tratar cuestiones colectivas de profundidad intelectual. Esta práctica trastorna el clima interno y la reciprocidad entre los miembros de la corporación.

Si va a hablar con alguien, reúnase en privado. Es inelegante en presencia de otros prójimos compartir temas que, únicamente, son de su incumbencia. Si desea charlar determinados asuntos con su colega, hágalo a solas. Para eso existen recintos de reuniones o espacios libres en los cuales pueden conversar sin susurrar y así prescinde mortificar al resto. Me trae a la memoria lo que casi a diario soportamos algunos incómodos profesores. Aplique su sentido común que, por cierto, es muy exiguo en nuestra sociedad.

No regañe a alguien frente a los demás. Cuando formule elogios hágalo en público. Por el contrario, los comentarios que involucran un cuestionamiento o llamada de atención deben ser en privado y con ánimo constructivo con el afán de sortear reacciones negativas, afectar el entorno laboral, sentar un errado precedente en su equipo de colaboradores y generar tensiones. Actúe con prudencia, asertividad, inteligencia y eficacia.

Evite ataques de ira o llanto. No es recomendable demostrar sentimientos de cólera que perturbarán a sus compañeros y crearán incomodidad. Si acontece una mala o buena noticia impida verse perjudicado por una manifestación de cólera o euforia. Por ejemplo, llorar o gritar con desesperación por un ligero temblor o debido a una contrariedad, lo presentará con escasa capacidad para administrar sus emociones.

Soslaye vocabulario altisonante, diminutivos y apodos. Jamás pierda el miramiento al emplear términos inadecuados. Escucho con repudio habituales bromas pesadas, anécdotas plagadas de vulgaridades y jergas coincidentes con el género de la “Peña Ferrando”, en hombres y mujeres atestados de rusticidades. Ni deseo imaginar como hablarán en el aula de clase con su alumnado. Es impertinente gritar de un extremo a otro y llamar con sobrenombres como bebé, amiguita, nena, papito, flaquito, chato.

Respete las jerarquías. En ocasiones nuestro superior puede darnos demostraciones de amistad que debe entenderse como una cordial deferencia. Tampoco use su acercamiento con quien encabeza la compañía para desconocer las escalas establecidas. No pase por alto los procesos o trámites motivado por el enlace existente con alguien de mayor rango. Será percibido como inhabilitado para aceptar las políticas institucionales. Sea cuidadoso del escalafón establecido.

Muestra actitud abierta, flexible y colaboradora. Es conveniente ofrecer nuestros aportes, proposiciones y demostrar amplia disposición para coordinar en equipo y recibir comentarios tendientes a mejorar nuestra productividad. Convivo con sujetos con indisimulables actitudes defensivas para acoger propuestas orientadas a llevar acabo un trabajo conjunto. La autosuficiencia es un mecanismo perfecto para ocultar un sinnúmero de precariedades, limitaciones y hasta mediocridades.

Cultive su capacidad de relación interpersonal. Gran parte de nuestro crecimiento profesional está vinculado con las destrezas para forjar lazos con nuestros compañeros. Podemos coincidir en que ninguno de nosotros acude a laborar con la intención de instituir un “club de amigos”. A pesar de ello, es ineludible fomentar afectuosas conexiones. Los encuentros de confraternidad son una magnífica oportunidad para viabilizar este objetivo que será observado por los directivos al evaluar nuestro desempeño y analizar un posible ascenso.

No utilice los recursos logísticos para fines personales. Renuncie a la común tentación de emplear el teléfono, la impresora y la fotocopiadora para sus asuntos privados y, además, no caiga en la resignación de afirmar que “todo el mundo lo hace”. Por ejemplo, no abuse de la confianza dada para imprimir los sobres de sus invitaciones matrimoniales o usar el mensajero para distribuir sus recados. Proceda siempre con corrección.

Asista con una apariencia correcta. Este asunto abarca mucho más que la conveniente combinación de su vestuario, maquillaje e higiene. Me refiero al perfil integral que proyecta con su aptitud. Transmita una sensación saludable, proactiva, entusiasta, llena de vida, empática, moderada y amable. Tenga en cuenta su alimentación, horas de descanso, estado anímico y propia motivación. Preocúpese de su bienestar físico, espiritual y emocional.

Trate con cortesía al más humilde de los servidores y obvie establecer discriminaciones. Rehúya maltratar en función de prejuicios, superficialidades, posiciones y aprovechándose de la imposibilidad de su semejante de hacerse respetar debido a su condición, procedencia o autoestima. No margine o desprecie a nadie por su opción sexual, estatus, edad, raza o semblante. Establezca una correlación como la que desearía que su superior sostenga con usted. Sea educado, cortés, acogedor y acuérdese de decir en todo momento “por favor” y “gracias”. Y mucho mejor si añade una cálida sonrisa.

Reflexión final: Si ocupa una jefatura póngase como meta constituirse en un genuino referente ético en virtud de sus cualidades humanas y no solamente por sus calificadas pericias. Eso le facilitará ganarse la admiración, lealtad y credibilidad de sus colaboradores. Por comprensibles y lamentables características sociales y culturales, en nuestro medio es usual advertir compañeros de oficina que simulan estar “ciegos, sordos y mudos”. Pero, están atentos con plena seguridad a su proceder. Recuérdelo!

viernes, 16 de enero de 2015

Tres décadas esparciendo semillas

El domingo 13 de enero de 1985 fue publicado en el suplemento del desaparecido diario “Hoy” mi artículo intitulado “Saqueo en Paracas”. Era mi primera colaboración para un medio de circulación masivo y recuerdo aún los aprietos que enfrenté para elaborar este escrito, como también está presente en la retina de mis gratas remembranzas la inmensa emoción que sentí al ver mi nombre en el periódico.

Allí describí con amplitud los luctuosos entretelones que vulneraban la intangibilidad de la Reserva Nacional de Paracas, el escenario natural más importante y sensible de nuestra franja costera, amenazada por la sobrexplotación de la concha de abanico. Una incalificable acción promovida ilegalmente -y con la abierta intención de favorecer a determinados grupos económicos- por los funcionarios del gobierno de la época.

De esta manera, incursioné en la actividad que mayor regocijo y realización me ocasiona. Significó el punto de partida de una ininterrumpida vocación en el ejercicio del periodismo de opinión que durante muchos años estuvo dedicada, con énfasis y exclusividad, al tratamiento de múltiples dilemas ambientales. Asimismo, coincidió con el comienzo de mi entusiasta participación en los asuntos ecológicos: una causa colectiva que asumí, a temprana edad, con perseverante empeño, altruismo e idealismo.

Una de las aseveraciones expuesta en ese texto y que, no obstante el tiempo transcurrido, sigue teniendo plena vigencia decía: “Esta reserva es sólo un ejemplo, aunque el más vergonzoso y grave, de la destrucción generalizada de la ecología y el medio ambiente en nuestro país. Por si fuera poco, las autoridades no han mostrado el más mínimo interés en la protección del medio ambiente que nos rodea y nos sustenta”.

Han pasado 30 años y, a pesar de lo que pudiera suponerse, gran parte de lo dicho en reiterados editoriales reflejan una problemática sobre la que todavía tenemos incontables argumentos que exponer a fin de generar espacios de análisis acerca de tan complicados conflictos medioambientales que, además, conllevan una incidencia en el factor humano inherente en las naciones del tercer mundo.

Arrojar semillas, sembrar inquietudes, aportar soluciones, motivar un cambio de actitud, incentivar debates, denunciar actuaciones sórdidas, llamar la atención sobre hechos lesivos, promover la difusión de valores, afirmar convicciones y dar a conocer mis antojadizos y subjetivos puntos de vista, han sido las inexcusables motivaciones para continuar -desde diversas tribunas cuyas puertas se han abierto- en esta tarea que me brinda la posibilidad de observar con espíritu censor sucesos de nuestra enrevesada realidad nacional.

Habitar un país variopinto, multiétnico, convulsionado, atiborrado de singularidades y con una inocultable ausencia de cultura general, constituyen elementos estimulantes para echar simientes. Por esta razón, siempre vienen a mi memoria las palabras del genial intelectual José de Sousa Saramago: “Yo no escribo por amor, sino por desasosiego; escribo porque no me gusta el mundo donde estoy viviendo”.

Es una manifestación de disconformidad y sublevación frente a una comunidad lacerada por la indiferencia, la apatía, la mediocridad, el egoísmo transformado en un estilo de subsistencia, la falta de identidad corporativa, la escasa o nula habilidad crítica y, en consecuencia, una acentuada incapacidad para cuestionar un conjunto de comportamientos que bloquean nuestra cohesión social.

Esta aptitud llena mi supervivencia y me hace sentir apto para ofrecer mi modesta entrega al bien común. Escribo para compartir con quienes integran mi cercano entorno. Es una expresión simbólica e inconsciente de mis afectos. Como pocas veces coincido con las declaraciones del inmortal literato Gabriel García Márquez: “Yo escribo para que mis amigos me quieran más”.

Es un modo de descubrir la vida y enriquecer mi espíritu. Constituye una manera de seguir creyendo en la posibilidad que, más temprano que tarde, estas contribuciones sensibilicen, conmuevan y despierten ilusiones. Mis alumnos integran un fantástico e inagotable caudal de inquietudes y, además, me complace sobremanera hacerlos partícipes de mis artículos.

Cada apunte presentado con elevada dosis de agudeza, ironía y profundidad es el resultado de lecturas, vacilaciones, deliberaciones y, especialmente, de mis deseos de ofrecer conocimientos, impulsar pensamientos y reorientar conductas. Los acontecimientos cotidianos son un océano riquísimo de trabajo e inspiración.

En los últimos tiempos he orientado mi creatividad hacia originales temas: etiqueta social, imagen personal, reflexión, autoayuda, cultura y la semblanza de personajes que despiertan mi admiración. Pretendo que cada escrito sea mejor que el anterior, pero no superior al que todavía tengo en mente preparar. Así renuevo mis entusiasmos y me comprometo con mis obsesionadas pretensiones perfeccionistas.

Estas líneas serían inconclusas si omitiera agradecer a quienes durante tantos años me han ayudado con sus correcciones, comentarios y precisas orientaciones: Hernán Zegarra Obando, añorado periodista que acogió mi primer artículo, le dio forma y facilitó mi acceso a las páginas editoriales; mis recordados maestros y amigos Felipe Benavides Barreda y Augusto Dammert León, con quienes compartí, desde muy joven, mi inclinación por la conservación del patrimonio ambiental y, por último, un efusivo reconocimiento a mi noble amiga Denis Merino Perea, cuyo rol es determinante, oportuno y generoso. Tiene la paciencia de auxiliarme en la selección de los títulos adecuados para mis notas.

Estos afanes me acompañarán invariablemente y ratifican mi identidad con ese Perú -como aseveró el notable indigenista José María Arguedas: “hermoso, cruel y dulce, y tan lleno de significado y de promesa ilimitada”- que debemos todos coadyuvar a cambiar con la finalidad de forjar un lugar en donde aprendamos a convivir y vislumbrar con esperanza nuestro porvenir y, por lo tanto, el destino de los hombres y mujeres del mañana.

miércoles, 7 de enero de 2015

El mudo protocolo de Luis Castañeda Lossio

Hace unos días se efectuó la juramentación del recientemente electo alcalde capitalino y de su cuerpo edilicio. El escenario escogido fue el imponente y tradicional Teatro Municipal de Lima, cuya impecable remodelación realza este fastuoso monumento histórico y cultural de la ciudad.

Sin embargo, el ceremonial no guardó coherencia con la majestad de este lugar. Desde mi punto de vista, como primer acto de su gestión, Luis Castañeda Lossio debiera prescindir del personal encargado de la organización y puesta en marcha de tan deficiente y deslucido evento.

Mientras miraba la televisión anoté un listado de carencias para comentar con espíritu constructivo. Ante todo deseo indicar que el protocolo está lejos de ser un conjunto de disposiciones rígidas e inflexiones. Es una disciplina destinada a estipular las formas bajo las que se realiza una actividad humana importante. Son patrones para desarrollar un certamen específico y se diferencian de las normas jurídicas porque su mal uso no significa el incumplimiento de un deber formal y sancionable.

Una primera negligencia consistió en la entonación de la “Marcha de Banderas” para recibir al líder de Solidaridad Nacional. Por disposición oficial, vigente desde el primer mandato de Augusto B. Leguía, ésta sólo se emplea para rendir honores al jefe de estado peruano y dignatarios extranjeros y, además, para izar y arriar el pabellón nacional. Es una creación musical del maestro José Sabas Libornio Ibarra (1895) –quien se desempeñó como director de la banda de músicos del Ejército Peruano- en el gobierno de Nicolás de Piérola. La letra es autoría del hermano Ludovico María, director del colegio La Salle de Lima.

Asimismo, las medidas de seguridad fueron insuficientes. Antes de iniciarse el acto, un señor, que dijo ser paisano del burgomaestre, quiso recitar un poema y logró aproximarse hasta las escaleras del escenario. Con gesto afable el alcalde se acercó a saludarlo y, finalmente, el desconocido caballero se acercó al presidente de la república y al cardenal de Lima. ¿Qué hubiera pasado si esta persona era un agresor?

Pero, sigamos con los pormenores que ameritan esta nota. En las juramentaciones se exhibieron innumerables descuidos: la ubicación de la teniente alcaldesa, la visible descoordinación para la colocación de la medalla y la entrega del varayoc y, por cierto, cada uno lo hizo a su gusto. Algunos de rodillas, otros de pie, con el puño el alto, con el saco desabotonado y por el pueblo, por la ley pulpín, por los jóvenes, por la memoria de sus padres, etc. Incluso una emocionada y despistada militante del Partido Aprista Peruano imaginó que estaba en el mitin por el “Día de la Fraternidad” y extrajo su pañuelo blanco para saludar a la concurrencia.

Mención aparte merece la ausencia de respeto de los asistentes que actuaron como “barra brava” al pifiar a los concejales de Dialogo Vecinal en una evidente demostración de intolerancia democrática. El más abucheado fue Augusto Rey Hernández de Agüero quien se olvidó dar la mano al presidente de la república y al cardenal. Sin embargo, tuvo la actitud caballerosa de excusarse por las redes sociales: “Lamento no haber saludado a invitados en mesa principal de juramentación. Error inducido por pifias de solidarios. Mis disculpas”.

También, contenían omisiones los textos leídos al juramentar los no creyentes. Se retiró el crucifijo, pero se evadió cambiar el tenor que dice: “Si así lo hicieres, que Dios y la patria os premie”. Cuando se juramenta a un ciudadano agnóstico o integrante de otra religión debe redactarse un mensaje que rehúya mencionar a Dios y los santos evangelios.

La disertación de Luis Castañeda Lossio se caracterizó por su desorganización, incoherencia, euforia, carencia de estructura y, además, por los innumerables aplausos de sus partidarios en una manifiesta falta de sobriedad. Expuso un listado aislado de futuras obras e hizo referencia a los alcaldes distritales con los que ha ejecutado trabajos coordinados y hasta pidió a uno de ellos ponerse de pie. Parecía una alocución de cierre de campaña electoral. Soslayó aludir vocablos como: honestidad, honradez, honorabilidad, lealtad, transparencia, austeridad y decencia.

Por último, la “cereza en el pastel” provino del dirigente máximo del Partido Nacionalista. Se le percibió incómodo al lado de Juan Luis Cipriani con quien, por cierto, mantiene distante trato a pesar de su vecindad en la Plaza de Armas. Esquivó mirar al primado de la Iglesia Católica al momento de mencionarlo. Señal inconsciente de mortificación e inelegancia.

Nuevamente, habría que recordarle al primer mandatario que él personifica a la nación. En tal sentido, debe considerar las indicaciones establecidas en el protocolo del estado. La solemnidad que distingue y enaltece a un representante de su alta jerarquía siempre es obviada por un ocurrente y desatinado Ollanta Humala. Se dirigió al nuevo inquilino de la Municipalidad de Lima diciéndole: “Lucho”.

Invoco al residente de Palacio de Gobierno a documentarse acerca de las pautas que enmarcan su actuación y aceptar las orientaciones de la Dirección General de Protocolo y Ceremonial del Estado del Ministerio de Relaciones Exteriores. Reitero, por lo tanto, lo expresado en mi nota intitulada “Protocolo y estilo de presidente Humala” (2012): “Del mismo modo, es palpable la ausencia de preparación de presidente Humala Tasso en sus presentaciones. Sería recomendable que se organice, redacte el esquema de sus discursos, reúna información a fin de enriquecer sus intervenciones y así sus mensajes tendrán un contenido fructífero. Su participación siempre es esperada con expectativa y, en consecuencia, debe trascender. Sugiero grabar sus ponencias, incrementar su cultura general, evaluar su desenvolvimiento y evitar el uso continuo de muletillas que obstruyen la fluidez de sus disertaciones”.

La periodista Milagros Leiva en su cuenta en twitter aseveró: “Castañeda ha roto los protocolos en su juramentación. Ojalá rompa su tradición pasada y no gobierne con lunas poralizadas. Sí a la prensa!!!”. Anhelamos que las venideras presentaciones de nuestra autoridad metropolitana se definan por su ponderación, originalidad y congruencia. Le otorgará indudable realce y prestancia.