En reiteradas ocasiones quienes ocupan un puesto importante en la empresa desconocen cómo su conducta diaria influye y trasciende en el entorno laboral. En tal sentido, he creído oportuno presentar diversas e ilustrativas recomendaciones destinadas a mejorar la interacción cotidiana y la adecuada proyección de su imagen, en caso ejercer una elevada jerarquía. Quiero empezar citando aquella expresión que engloba toda relación de trabajo: “Trata a tu inferior como desearías que tu superior te trate a ti”.
Asimismo, este asunto está vinculado con el perfil integral de quien ostenta un cargo influyente. No solamente es imperioso analizar y evaluar el estándar profesional a partir de títulos académicos, experiencias, destrezas y conocimientos, sino observar con diligencia su educación, inteligencia emocional, facultad empática, habilidades blandas, manejo de situaciones críticas, entre otros elementos. Veamos seguidamente varios tips.
El buen trato. Sea consciente de la connotación de su desenvolvimiento, positivo o negativo, en el clima laboral y en la convivencia con sus empleados. Ser respetuoso es un aspecto central para lograr la identificación y adhesión del público interno. Al parecer muchos lo olvidan con el pretexto de las tensiones y ofuscaciones habituales. Su trato no debe estar circunscrito a determinados intereses, simpatías o atracciones. Haga ostensible su grado de cortesía y deferencia.
Puntualidad. Contribuye a dotar una personalidad de carácter y eficacia. Predicar con su óptimo ejemplo le facilitará ganarse la credibilidad de sus colaboradores. Cumplirá mejor sus actividades y, por cierto, exhibirá disciplina, perseverancia y orden para establecer prioridades. Está relacionado con su sentido de responsabilidad y organización personal.
Saludo. No solo debe entenderse como una señal de urbanidad. Tenga en cuenta que describe su autoestima, pericia social, temperamento y se convierte en su “tarjeta” de presentación. Es una primera señal de consideración hacia su prójimo, sin diferencia de edades, funciones y estatus. No espere que los demás lo saluden como sucede en ciertas corporaciones: el que llega saluda.
Vestimenta. Es un código de comunicación que refleja su estilo. Desista subestimar la trascendencia de velar por su excelente presentación. Aconsejo usar colores sobrios y ropa adecuada para su tipo de trabajo. Una dama debe evadir ponerse prendas con escotes, mangas cero, mini faldas, blusas transparentes, apretadas y maquillaje excesivo. Si lleva uniforme obvie realizar modificaciones para verse más atractiva. Demuestre su real profesionalismo. Recuerde, su atuendo debe guardar coherencia con su escalafón.
Por favor y gracias. Implica afabilidad y delicadeza, úselos siempre y con todos. Estos vocablos deben estar acompañados de un acto explícito de reconocer o retribuir un gesto o servicio recibido. Observo con frecuencia sinnúmero de ejecutivos que agradecen por cumplir una formalidad y emplean una entonación que evade reflejar su aparente buena intención. Sonría y muestre consistencia.
Liderazgo. Demuestre aptitud para persuadir, auscultar y comprender a los demás en sus iniciativas y proyectos. Un líder busca comprometer a sus subordinados en sus nuevos retos y rehúye mostrar temores, dudas e incertidumbres. Compórtese con convencimiento y seguridad; aliente al resto y hágalos partícipes de los desafíos trazados.
Capacidad de diálogo. Esta cualidad es concordante con sus destrezas sociales y emocionales. Eluda creerse el “dueño de la verdad” y acepte ideas ajenas. Es una virtud frente a la que cientos de altos funcionarios actúan con renuencia y desconfianza. Involucra idoneidad para percibir la discrepancia con naturalidad, madurez, serenidad y buena voluntad; no es sinónimo de conflicto, enemistad o rechazo. Discrepar posibilita entender la diversidad humana y, por lo tanto, recoger puntos de vista opuestos y enriquecedores.
Administrar el tiempo. Verlo apurado o dejar para más tarde sus quehaceres puede ser contraproducente para el correcto desempeño de sus obligaciones. Los períodos y niveles de coordinación, entre otros elementos, son invalorables para cumplir ciertos objetivos. Soslaye apretar su agenda y pretender resolver todo en un día. Dese un espacio para compartir un café con las personas a su mando, captar sus inquietudes y -de ser necesario- dar una vuelta por otras áreas de la compañía.
Autoridad. Ejerza sus atribuciones y, especialmente, exteriorice solvencia moral y funcional. Existen gerentes que han perdido toda potestad debido a su proceder autoritario, prepotente, agresivo y carente de asertividad. Obedezca las disposiciones institucionales y distíngase por ser el primero en hacerlas cumplir. Conviértase en un referente ético por mantener una actuación diáfana.
Conducir un grupo humano es una tarea llena de desafíos que implica replantear determinadas acciones que deben superarse. Laborar en equipo, saber escuchar con apertura, congratular, alentar, motivar, servir de prototipo por su decencia, entrega y honorabilidad, asumir una actitud convocante, son particularidades propias de un jefe. Aplíquelas!
jueves, 12 de marzo de 2015
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