domingo, 10 de octubre de 2010

La vestimenta en el trabajo

Nuestra vestimenta y, consecuentemente, la apariencia que proyectamos en todo momento expresa nuestros gustos, sentimientos, emociones y personalidad. Es, desde mi parecer, importante que en el quehacer laboral la imagen sea completamente sobria, pulcra, ordenada y, al mismo tiempo, refleje su estilo. El estilo está formado por un conjunto de elementos que nos diferencia y singulariza (su forma de hablar, caminar, vestirse, sus modales, su actitud diaria, entre otros factores).

Recuerde amigo lector lo siguiente: La moda pasa, el estilo prevalece. En tal sentido, deje de preocuparse de estar a la moda. Considere que “la moda” es costosa y no implica siempre lucir acertadamente vestido. Existen prendas, colores y modelos que le quedan perfectas al alto y no al bajo, al flaco y no al gordo, a la jovencita y no a la dama madura. No se “despersonalice” al emplear prendas poco coherentes con sus particularidades físicas, faciales y su forma de ser. El vestuario es un complemento que contribuye a describir su personalidad.

Recomiendo tener en cuenta la oportuna expresión de mi profesora de imagen profesional Carolina Mujica: “No se vista para el cargo que ocupa, sino para el que aspira ocupar”. Su autoestima también se descubre en la vestimenta. Preocúpese de su calidad, no de la cantidad. Tenga presente que la palabra “elegante” -viene del latín “elígere”- significa elegir y, por lo tanto, seleccione el traje adecuado en función de su edad, hora, clima, ocasión y recuerde: No imite a los demás. Una ropa de buenas peculiaridades proyecta una imagen elegante. Para trabajar recomiendo colores y diseños clásicos.

La dama ejecutiva debe tener un conjunto negro de fina lana, no muy gruesa. Saco y falda recta a la altura de la rodilla. Además, blusa con diseño en blanco y negro de manga larga. Puede acondicionar un pantalón negro de tela similar al saco, correa de cuero negra con hebilla de metal en tono dorado o plateado, aretes metalizados (el metal coordina con la correa) y un pañuelo o chalina de seda de colores variados, siempre que el diseño tenga algo de negro. Esto último es un detalle distinguido.

Por su parte, el caballero ejecutivo puede contar con un saco azul marino. Pantalón recto (sin pliegues), camisa con cuello y manga larga, zapatos negros de vestir de cuero. Para crear varias tenidas casuales con éstas piezas puede adicionar un saco sport (color marrón, azul, verde olivo, saco multicolor), pantalones de vestir en tonos marrones hechos de fina lana. El color debe combinar con el saco sport y con el saco azul marino del conjunto. La correa será de igual color de los zapatos y la corbata es el punto focal del varón. Escoja colores sobrios, de óptimas características y haga el nudo bien para verse ordenado. Por último, un detalle elegante es el pañuelo en el bolsillo del saco que debe ser de igual color de la corbata o la camisa.

Si usa uniforme está prohibido darle un “toque personal”, como cambiar una prenda por otra o agregarle una. No suba la basta de la falda, ni haga modificaciones que alteren el carácter de unidad que se pretende proyectar. El uniforme no es para lucirlo en eventos sociales.

La vestimenta es una de sus “tarjetas” de presentación. No diga “nadie lo va a notar” o “mi forma de vestir no es importante”, evite ponerse indumentaria antigua o ajada que lo hará mostrarse mal, adquiera prendas sin fallas ni enmendaduras, que no sean llamativas o de tallas inadecuadas, ni muy coloridas (muchos colores disminuye profesionalismo) y provocativas que desencaja en el quehacer profesional. Cuídese de comprar ropa en los denominados “cierra puertas”, existen muchas deficiencias en los trajes que se ofrecen. Un detalle significado, no mastique chicle (desmerece su imagen) ni use fragancias fuertes.

Conozco profesionales (damas y caballeros) conscientes que su apariencia no es la mejor para su rutina laboral. En más de una oportunidad me dicen “todos van de cualquier manera” o “mis compañeros de trabajado se visten como quieren” para justificar su escasa preocupación en el vestir. Evite “consolarse” con los defectos y deficiencias de otros. Distíngase por sus óptimos modales, su excelente comportamiento, su positiva actitud diaria, su capacidad empática y su vestido. Considere la expresión del controvertido político, intelectual y escritor italiano Nicolás Maquiavelo: “Todos ven lo que aparentas; pocos advierten lo que eres”.

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