Hace pocas semanas el jefe de estado condecoró a su gabinete ministerial con la Orden “El Sol del Perú”, lo que ha generado una comprensible controversia. A los 19 ministros les colocó el más importante atributo en la condición de “Comendador” y el primer ministro Pedro Cateriano la recibió en el grado de “Gran Cruz”.
El vocero de prensa de la Casa de Pizarro, Marcelo Puelles, indicó que fueron confiados "por los servicios prestados”. Mientras el encargado del Consejo de Ministros señaló que los presidentes “reconocen los servicios de primeros ministros, salvo cuando han salido en medio de un escándalo” y que “las condecoraciones son un reconocimiento republicano”. “Es una tradición de cuando termina una gestión”.
Es verdad que existen precedentes sobre su costumbre y legalidad. Por ejemplo, Francisco Morales Bermúdez recompensó a su equipo ministerial con igual privilegio (1980). Sin embargo, el cuestionamiento surgido es político. ¿Es oportuno que un gobierno desgastado y rechazado por la población culminé con un gesto de esta naturaleza? La prudencia hubiera aconsejado recoger las palabras del caudillo Nicolás de Piérola: “Abstenerse es obrar”.
Son cuantiosos los gobernantes que han decidido inventar y dispensar galas en función de extravagancias, subjetividades, vínculos amicales, intereses sórdidos y suntuosidades. En tal sentido, comparto lo detallado por Víctor Caballero del portal Utero.pe cuando trae a la memoria lo acontecido durante el régimen de Alan García Pérez (2006 – 2011): “Este listado de personajes no sólo duplica y hasta triplica la cantidad de condecoraciones del gobierno de Humala sino que incluye a distinguidos personajes: la imagen de la Virgen del Carmen de Paucartambo, Augusto Polo Campos, la imagen del Señor de Qoyllurritti, Mauricio Macri (presidente de Argentina), el Colegio de Abogados de Arequipa, Santiago Fujimori, Oscar Avilés, Roberto Letts (tío de Jaime Bayly), Paul McCartney (exBeatle), Luis Castañeda Lossio, Gianmarco, Plácido Domingo, Arturo ‘zambo’ Cavero, Juan Diego Flores y más”.
En relación al galardón al alcalde de Lima (2010) me permito reiterar lo expuesto en mi artículo “¿Por qué Alan García no votará por Ollanta Humala?” (2011): “Es curioso, además, que el candidato favorito del primer mandatario haya sido Luis Castañeda Lossio, el ex alcalde capitalino comprometido en indagaciones por la sobrevaluación de sus flamantes obras, el incumplimiento de sus cronogramas, los ya conocidos Comunicore, El Metropolitano, etc. y exhibir un comportamiento faccioso y antidemocrático. Denuncias públicas así lo acreditan. ‘Construyendo…negocios’, es el lema del cabecilla de Solidaridad Nacional a quien el jefe de estado dispuso dar la Orden “El Sol del Perú” en el grado de Gran Cruz. Y en este punto resulta preciso recordar que la Célula Municipal Aprista y la Célula Parlamentaria Aprista actuaron como ‘escuderos’ de la administración edil que ha concluido”. Porta este preciado distintivo un investigado, discutido, enmudecido y reelegido burgomaestre que ha convertido la popular frase “roba pero hace obra”, en la consigna oficial de su gestión. Esto sólo acaece en “perulandia”.
En el caso del “zambo” Cavero (2009), decretó duelo nacional, se puso la bandera a media asta y una fotografía gigante del artista, respetos del regimiento escolta “Húsares de Junín” y la imposición de “El Sol del Perú” en el grado de “Gran Cruz” en el patio de Palacio de Gobierno, con la asistencia de su cuerpo ministerial. Únicamente faltó entonar la Marcha de Banderas. Se trató de una consideración exagerada, improcedente y desprovista de sobriedad y, además, discordante con la trayectoria, méritos y aportes del fallecido. Es preciso advertir que este carismático intérprete criollo acompaño al líder aprista en sus baladas de campaña electoral.
También, acordémonos cuando concedió a los difuntos integrantes del grupo sonoro “Néctar” (2007) la Orden “Al Mérito por Servicios Distinguidos”. Los flamantes autores de la pegajosa canción “El arbolito” fueron homenajeados a pesar que otros renombrados exponentes del arte, la danza y la música no han obtenido esta pleitesía. Sin duda, el variopinto, bipolar y afiebrado “protocolo” de AGP puesto en vitrina. Una actitud orientada a ganar los efímeros aplausos de las tribunas.
En un medio desmemoriado es conveniente evocar que Alejandro Toledo Manrique -el mismo que saludó a la reina Sofía de España con un efusivo beso en ambas mejillas en su visita al Palacio Real de El Pardo- estableció la primera y excepcional distinción para un ex mandatario denominada “Gran Collar de la Democracia”, para entregarla a la muerte de Fernando Belaunde Terry (2002). Un demócrata y estadista que siempre será memorable por sus permanentes modales ponderados, elegantes, atinados y, especialmente, por su ejemplo de honestidad, austeridad y decencia.
En las últimas décadas ciudadanos de las más variadas disciplinas y procedencias intelectuales e ideológicas han recibido la Orden “El Sol del Perú” en el grado de “Gran Cruz” como Fernando de Szyszlo Valdelomar, Luis Bedoya Reyes, Luis J. Cisneros Vizquerra, Víctor R. Haya de la Torre, Mario Vargas Llosa, José de la Puente Candamo, Ricardo Vega Llona, Beatriz Merino Lucero, Henry Pease García, Valentín Paniagua Corazao, Manuel Aguirre Roca, Miguel Baca Rossi, Augusto Tamayo Vargas, Walter Alva Alva, los juristas internacionales y el geógrafo que defendieron a nuestro país en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, entre muchos más. Justo tributo a compatriotas de una elogiosa dimensión cívica y moral.
Tengamos presente que la Orden “El Sol del Perú” fue implantada por José de San Martín, el 8 de octubre de 1821, para retribuir las prestaciones a favor de la independencia. Se confiere "tanto a premiar los servicios extraordinarios prestados a la patria por los peruanos, civiles y militares, como a enaltecer los merecimientos contraídos en su servicio por los extranjeros" y consta de seis grados: Gran Cruz con brillantes (o Gran Collar), Gran Cruz, Gran Oficial, Comendador, Oficial y Caballero.
Asimismo, Orden “Al Mérito por Servicios Distinguidos” es instaurada por la Junta Militar de Zenón Noriega, el 18 de julio de 1950, para recompensar a las personas que hayan sobresalido con su acción a acrecentar el prestigio de la patria y dignificar a aquellos que hubieran ofrecido útiles trabajos en el área artística, científica, industrial y comercial. Tiene igual número de categorías que “El Sol del Perú”.
Se otorgan luego de cumplir los requisitos contenidos en las disposiciones legales vigentes y previa evaluación de la cartera de Relaciones Exteriores. Aunque en prolíficas ocasiones, como lo he mencionado líneas arriba, la determinación inconsulta del gobernante de turno prevalece sobre el espíritu de las normas y los procedimientos establecidos y, por lo tanto, en desmedro de la connotación de estas medallas. De esta forma, se contribuye a devaluar su majestad y probidad.
Hace unos pocos años el RP Gustavo Gutiérrez, precursor de la Teología de la Liberación y ganador del premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, al aceptar la insignia de la Asociación Cultural Entre Nous aseveró: “Las distinciones no se merecen, se agradecen”. A quienes las llevan consigo les corresponde engrandecer, con la coherencia de su testimonio de vida, lo que estos altos honores expresan.
Un comentario aparte: Acaba de inaugurar el titular del Poder Ejecutivo un monumento en su honra en el departamento de Ayacucho que tiene la siguiente inscripción: "Reconocimiento y gratitud al hijo predilecto del distrito de Oyolo, excelentísimo señor presidente de la República del Perú Ollanta Moisés Humala Tasso por sus grandiosas obras de desarrollo y progreso en favor de los pueblos del Perú profundo". Patético colofón para un ex miembro de las Fuerzas Armadas que debiera conocer las prácticas en el ámbito protocolar y que será perpetuado en la historia nacional por cargar la “gran cruz” de sus incontables carencias, mediocridades, deslealtades e improvisaciones.
miércoles, 27 de julio de 2016
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